Cenar ligero es más que recomendable, ya sea que nos encontremos planeando una dieta, controlando nuestro peso y la línea de la cintura, o simplemente buscar facilitar una mejor digestión.
De hecho, optar por una cocina ligera no solo es una forma excelente de eliminar esos kilos de más, sino que también se convierte en una ayuda óptima para disfrutar de una mejor digestión.
Como manifiestan muchos nutricionistas, no hay duda que escoger una cena ligera y liviana es siempre una muy buena opción. Y, en esta ocasión, te proponemos algunos consejos útiles que te serán de gran ayuda. Toma nota.
Reduce las grasas
Esto es obvio, aunque es cierto que muchas personas no tienden a pensar en ello cuando se plantean la posibilidad de elaborar cenas más livianas. La grasa se convierte en uno de los enemigos acérrimos de aquellas personas que tratan de cuidar su peso.
Sin embargo, a menudo parece absolutamente normal bañar nuestras comidas con abundante aceite o mantequilla. En su lugar, podemos optar por utilizar aceite de oliva virgen extra, que es menos rico en ácidos grasos saturados y, además, proporciona cantidades elevadas de grasas saludables.
Mejor aún, podemos invertir en una sartén antiadherente que nos ofrezca la posibilidad de cocinar nuestra carne o el pescado sin usar aceites. O, simplemente, concentrarnos en cocinar al vapor.
Opta por hacer una ensalada o por productos frescos
Una base de vegetales y hortalizas frescas es evidentemente menos abundante y pesado que un plato de pasta, arroz, papas o incluso el pan. Así, para una comida super rápida, ligera y liviana, solo debes mezclar aquellos vegetales que tengas en la cocina.
¿Por ejemplo? Optar por zanahorias pequeñas picadas, tomates, un puñado de nueces (o cualquier otro fruto seco), sobras de quínoa o arroz integral o incluso un poco de queso rallado.
Es más, incluso es perfectamente posible hacerlo un poco más elegante, optando por verduras más inusuales en las ensaladas, como podría ser el caso de la remolacha o las alcachofas.
Igualmente, en caso de que desees que la ensalada se convierta en algo más sustancial, fácilmente e inspirándote en tus bocatas favoritos, pero evidentemente sin el pan, puedes añadir pechuga de pollo picada, pepinos y repollo rojo, creando así un plato perfecto principal que satisfará nuestro apetito, pero sin agobios.
Por otro lado, en caso de que no tengas mucho tiempo para cocinar, sí es aconsejable que nosotros preparemos nuestros platos, ya que la ingesta energética que proporcionan muchas comidas preparadas (principalmente grasa saturada, azúcar y sal) tiende a ser muchísimo mayor que la de los platos caseros.
Igualmente, no es muy recomendable confiar en todos los productos que afirman ser “sin grasas”, “light” o simplemente “más livianos” que encontrarás en el supermercado, dado que pueden acabar siendo más costosos y en absoluto satisfactorios.
¿Lo mejor? Cocinar nosotros mismos con productos frescos y naturales, lo que nos brindará la ventaja añadida de controlar las grasas que usamos y, además, nos asegurará que estaremos satisfechos al final de la comida.
Evitando los carbohidratos
Si todavía deseas comer carne en la cena, puedes hacerlo sin carbohidratos. ¿Te acuerdas de la dieta Atkins? Durante un par de años, la gente se estaba llenando de toneladas de carne y, aun así, no se sentían increíblemente llenos.
Si bien no estamos defendiendo que consumas kilos de bacon después del trabajo (evidentemente porque no es una opción nutritivamente muy adecuada, ni mucho menos saludable), vale la pena recordar que los alimentos con almidón a menudo tienden a dejarnos mucho más llenos que los alimentos repletos de proteínas.
Eso sí, el pescado, como veremos, puede convertirse en una opción especialmente útil y ligera para la cena, particularmente si optas por preparaciones deliciosas pero sencillas, como es el caso del papillote.
Divide las porciones a la mitad y calcúlalas
Aunque es cierto que esto puede parecer un poco obvio, la realidad es que todavía podemos seguir disfrutando de nuestros platos favoritos habituales a la hora de la cena, pero simplemente comiendo menos cantidades.
Además, esto nos ofrece la posibilidad de hacernos cargo de dos comidas a la vez. Por ejemplo, podemos dejar una comida que nos haya sobrado del almuerzo para la cena, o incluso elaborar una cena dividiéndola en dos, reservando el resto para el almuerzo de la jornada siguiente.
Por otro lado, calcular las porciones se convierte igualmente en otro paso importante, que no deberíamos ignorar nunca cuando queremos preparar comidas más livianas y saludables. Eso sí, es necesario conocer cómo equilibrar nuestra ingesta energética.
En este sentido, si bien es aconsejable consumir todos los alimentos para variar nuestra dieta, y optar por una alimentación lo más equilibrada posible, es imprescindible prestar atención a la cantidad.
Por ejemplo, una pequeña porción de patatas fritas complementada con una porción de judías verdes al vapor nos ofrece la posibilidad de optar por una comida divertida y saciarnos sin ver los efectos en nuestra cintura.
Apuesta por las especias y los condimentos
Las comidas ligeras (y sin grasa) a menudo tienden a ser criticadas por su falta de sabor. Es cierto: nuestras papilas gustativas no tienden a mostrarse especialmente felices de disfrutar de 200 gramos de brócoli o coliflor al vapor.
Pero, para conseguir romper con la monotonía y la uniformidad del gusto, no hay nada como una pizca de albahaca, jengibre o curry. De esta manera variaremos gustos y placeres.
Con estos trucos conseguiremos cocinar más ligero, pudiendo disfrutar de comidas naturalmente más equilibradas, a la vez que controlamos nuestra ingesta calórica.
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