Cuando comienza la primavera, hacia el final del mes de marzo, se lleva a cabo un cambio de hora en toda la Unión Europea; lo mismo sucede a finales de octubre, al pasar a horario de invierno.
A pesar de que este sistema se introdujo en la época de la Primera Guerra Mundial y que siempre se ha dicho que es útil para ahorrar luz, este hecho se encuentra en cuestión y además se habla de los posibles perjuicios para la salud de esta práctica. Pero, ¿cómo nos afecta el cambio de hora exactamente?
¿Cómo nos afecta el cambio de hora?
El cambio de hora altera el ritmo circadiano día-noche, o luz-oscuridad, que guía a nuestro organismo en distintos sentidos. Por ejemplo, hay hormonas que se producen en mayor medida durante el sueño o durante la vigilia y cuya actividad puede verse afectada a causa del cambio horario, y el sistema inmune también depende en parte de la luz.
A pesar de esto lo cierto es que en general, y según señalan los expertos en este tema, el cambio de hora no suele tener efectos negativos para la mayor parte de personas, ya que se trata de cambios poco intensos, si bien en ocasiones puede implicar consecuencias para el cuerpo. Sin embargo, estos efectos son incluso más leves que los del jet-lag (síndrome del cambio rápido de zona horaria, típico de los vuelos en avión prolongados).
En este sentido podemos decir que el cambio de hora afecta en mayor medida a ciertos grupos que son más sensibles que la población general, en concreto a las personas con enfermedades, a los bebés que se encuentran en el periodo de lactancia y a los animales de compañía.
Por lo que hace a los adultos podemos decir que los posibles problemas tienen que ver con alteraciones del sueño y del estado de ánimo, fundamentalmente. Las personas de edad muy avanzada son particularmente vulnerables a este tipo de consecuencias.
En el caso de los bebés el problema más común es la aparición de problemas relacionados con la alimentación durante los días posteriores al cambio de hora. Por último, el funcionamiento de los animales no humanos suele verse afectado tras los cambios de hora, pero en pequeña medida; los efectos son más relevantes, por ejemplo, en las vacas de granja, que producen menos leche.
Influencia de la luz en el ciclo sueño-vigilia
La actividad de nuestro organismo depende de muchos factores. Uno de ellos es la importancia que tienen la presencia o la ausencia de luz, que se detecta a través de las retinas. Desde los órganos receptores del sentido de la vista se transmiten estas señales al cerebro, que estructura el funcionamiento de nuestro cuerpo teniendo en cuenta el nivel de luz y otros aspectos.
De forma muy sintética, los cambios de horarios desregulan nuestro ciclo de sueño-vigilia causando cansancio, irritabilidad, problemas de concentración e incluso dolor de cabeza, mareos o trastornos digestivos. Esto es más marcado en el caso del jet-lag, por ejemplo, pero cuando hablamos del cambio de hora los efectos negativos son improbables porque nuestro organismo es capaz de adaptarse sin demasiadas dificultades a una modificación de una sola hora.
Incluso si se producen estas consecuencias cabe prever que desaparezcan al cabo de unas pocas horas, como máximo. En todo caso, si una persona es vulnerable a los posibles efectos negativos del cambio de hora y pretende prevenirlos, lo más recomendable es reducir el nivel de actividad (no hacer esfuerzo) y usar luz en el momento del cambio.
Beneficios económicos del cambio de hora
Según datos aportados por la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación, el cambio de hora permite ahorrar casi un 10% en la factura de la luz en comparación con el gasto que se realizaría si esto no se llevara a cabo. No obstante, esta argumentación obvia los posibles cambios en los horarios que se realizarían a nivel estatal en caso de pasarse a otro modelo.
Siguiendo esta lógica, el cambio de hora supone también una reducción muy notable de la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emitimos y que llega a la atmósfera, de modo que sería también positivo desde el punto de vista del medio ambiente.
A pesar de que desde el principio se justificó el cambio de hora como un modo de gastar menos en luz artificial, lo cierto es que muchos expertos en la materia cuestionan la veracidad de este hecho.