“Brote psicótico” es el término que se suele usar para hacer referencia a los episodios psicóticos agudos, sobre todo cuando se trata del primer evento de este tipo al que se enfrenta la persona. Se definen como estados mentales que implican en algún grado una pérdida del contacto con la realidad, es decir, una confusión entre aquello que es real y lo que no lo es.
En este artículo vamos a describir qué son los brotes psicóticos, cuáles son sus síntomas y signos y qué factores los causan o precipitan su aparición en personas vulnerables. Como veremos el cannabis, los acontecimientos traumáticos o el estrés intenso son algunos de los más habituales, pero no los únicos.
El concepto “brote psicótico” hace referencia a los episodios agudos de psicosis, esto es, estados de pérdida de contacto con la realidad que se caracterizan, entre otros síntomas y signos, por alucinaciones (generalmente de tipo auditivo), delirios (ideas en las que se cree con gran convicción a pesar de su incoherencia) o alteraciones en el lenguaje.
Así, en estos casos las personas afectadas no consiguen distinguir de forma adecuada cuáles de los estímulos que perciben son reales y cuáles no. Por ejemplo, en el caso de las alucinaciones auditivas, que son bastante habituales, se falla al atribuir los sonidos o las voces que se escuchan a una fuente externa en lugar de a la propia mente.
Aunque en muchas ocasiones los brotes psicóticos se producen en el contexto de trastornos cerebrales como la esquizofrenia o la demencia, la mayoría de episodios de este tipo se dan como consecuencia del consumo de cannabis o de otras sustancias psicoactivas. Más adelante hablaremos de forma detallada de las causas de estos episodios.
En síntesis, los brotes psicóticos suponen un proceso de pérdida de contacto con la realidad que puede intensificarse y causar problemas crecientes si esto no se previene a tiempo. Aunque pueden ser abruptos, es más habitual que los signos se desarrollen a lo largo de un periodo de semanas o incluso meses.
Si nos basamos en los criterios recogidos por los manuales diagnósticos DSM y CIE, lo que conocemos como brote psicótico se incluiría en la entidad “Trastorno psicótico breve”. No se puede considerar que una persona está sufriendo este problema si no presenta delirios, alucinaciones, lenguaje incoherente o comportamiento desorganizado.
En comparación con otras alteraciones psicológicas del espectro de las psicosis, los trastornos psicóticos breves se caracterizan por tener una duración muy limitada en el tiempo; en general se considera que un episodio psicótico es breve cuando dura menos de un mes. Por el contrario, el diagnóstico de esquizofrenia requiere que haya habido síntomas relevantes durante al menos un mes.
Según el DSM-IV hay dos tipos de trastorno psicótico breve: los brotes psicóticos que se producen como reacción a estrés intenso (las llamadas “psicosis reactivas breves”) y los que aparecen sin factores de riesgo tan evidentes. Por otra parte, el manual destaca que es relativamente habitual que se dé este tipo de episodio en la etapa del posparto.
En las fases iniciales, los brotes psicóticos se caracterizan por la presencia de ciertos síntomas y signos que varían en función del caso y que, si no son manejados de forma adecuada, pueden volverse más graves y provocar problemas serios a la persona afectada y a quienes forman parte de su entorno social.
Uno de los signos más típicos de los brotes es el aislamiento social, que en muchos casos supone el primer indicio del desarrollo de un episodio psicótico. Así, en las semanas previas a la detección del brote la persona puede rehuir la interacción con amigos, faltar al trabajo, optar por la reclusión e incluso evitar a sus familiares cercanos.
Las dificultades para dormir también son pródromos muy habituales (algo que sucede igualmente en los episodios maníacos propios del trastorno bipolar), y lo mismo se puede decir de los problemas para comprender textos escritos o mensajes orales elaborados.
Por otra parte, las experiencias alucinatorias y delirantes son también síntomas característicos de los brotes psicóticos: muchas personas que han sufrido este tipo de episodio refieren haber percibido destellos de luz, sombras, zumbidos, voces, melodías, olores o sabores sin una base real.
Otros signos muy frecuentes durante los brotes son el descuido del aspecto, de la higiene y del autocuidado en general, las expresiones faciales extrañas y la emisión de sonidos sin sentido. Además es posible que las personas “brotadas” se autolesionen o hagan daño a otras; esto puede depender del contenido de los delirios y las alucinaciones.
Las posibles causas de los brotes psicóticos son múltiples; por este motivo es importante tener en cuenta que los mecanismos por los que tienen lugar pueden variar mucho, como también sucede con el pronóstico o con los síntomas y signos específicos.
Como hemos mencionado, probablemente el factor precipitante más habitual de los episodios psicóticos breves sea el consumo prolongado de sustancias con efectos psicoactivos. Los brotes son bastante frecuentes en personas adictas al cannabis, al alcohol, a la cocaína o a los alucinógenos, entre otras drogas, pero también pueden darse en consumidores puntuales.
Del mismo modo que sucede con las intoxicaciones con drogas (o con medicamentos), los acontecimientos traumáticos y múltiples enfermedades también pueden facilitar la aparición de brotes psicóticos. Las más características son los trastornos neurodegenerativos como las demencias, que perturban el funcionamiento del cerebro y por tanto del pensamiento.
No obstante, se cree que es necesaria una predisposición biológica más o menos intensa para que se desarrolle un brote psicótico; este factor hereditario explica también por qué la psicosis es más probable en personas con familiares afectados.
En este sentido se hipotetiza que los factores precipitantes, como el consumo de grandes cantidades de droga o la vivencia de estrés intenso, desencadenarían los episodios al actuar sobre una base biológica (alteraciones específicas en la estructura del cerebro o en la liberación de neurotransmisores, por ejemplo) y/o de personalidad que los favorece.
Los episodios psicóticos parecen ser más habituales en personas que muestran ciertos patrones de personalidad. En concreto, los brotes son más probables en quienes tienen rasgos esquizoides (tendencia al aislamiento social, escasa emocionalidad), esquizotípicos (ansiedad social, desorganización del pensamiento, excentricismo) y paranoides (caracterizadas por suspicacia y desconfianza hacia los demás).
El brote psicótico por estrés es una causa común de este tipo de alteración. Cuando la causa de un brote es de forma evidente una situación (puntual o prolongada) de estrés intenso, desde el punto de vista del diagnóstico clínico nos referimos a este como “psicosis reactiva breve”.
Entre los tipos de acontecimientos que se asocian con cierta frecuencia a la aparición de brotes psicóticos por estrés podemos destacar la muerte de seres queridos, las situaciones que ponen en peligro la propia vida (por ejemplo una catástrofe natural o una violación) o los eventos traumáticos que se mantienen de forma prolongada.
Los brotes psicóticos en el posparto también son más o menos comunes. Generalmente este diagnóstico se diferencia del de psicosis reactiva breve o brote psicótico por estrés.
En cualquier caso, para que se produzca un brote psicótico probablemente sea necesaria una predisposición genética. Más que una causa de por sí, el estrés es un factor precipitante o agravante de estos episodios en la mayor parte de los casos.