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Mujer tapándose con los ojos con las manos

Ataques de pánico (o crisis de ansiedad): síntomas, causas y tratamiento

Estos episodios no conllevan riesgos para el organismo pero favorecen la aparición de agorafobia.

Cada vez es más común escuchar a gente comentar que ha sufrido un ataque de pánico o crisis de ansiedad. Estas personas suelen describir sensaciones horribles y añaden que se dieron de manera súbita e inesperada.

Las situaciones estresantes, llevar un ritmo de vida frenético y tener predisposición genética hacen que las personas seamos vulnerables a sufrir en algún momento de nuestras vidas este conjunto de reacciones fisiológicas y sensaciones tan desagradables.

A continuación describiremos qué son los ataques de pánico, que síntomas tienen, qué los causa y cómo tratarlos.

¿Qué son los ataques de pánico? ¿En qué consisten?

Los ataques de pánico o crisis de ansiedad son períodos en los que de manera repentina aparece un temor o miedo intenso sin una razón aparente o evidente. La duración es variable pero pueden alcanzar su pico máximo a los 10 minutos.

Se desarrollan una serie de  síntomas físicos muy intensos relacionados con la activación del sistema nervioso simpático, tales como taquicardia, dificultad para respirar, hiperventilación, temblores, sudoración, visión borrosa e incluso sensación de irrealidad.

Muchas de las personas que sufren ataques de pánico tienen pensamientos muy catastrofistas acerca de lo que les sucede en estos momentos. Dadas estas fuertes reacciones fisiológicas, la persona puede llegar a sentir que está en peligro de muerte y buscará una vía de escape de manera incesante. No encontrarla acentúa la ansiedad e incrementa los síntomas.

Pese a que a priori las crisis de pánico tienen una duración breve, las personas que las sufren las viven como algo prolongado en el tiempo, muy desagradable y con sensación de que nunca van a acabar. Cabe mencionar que se han descrito casos de crisis de ansiedad nocturnas.

Síntomas de las crisis de ansiedad

Según el manual diagnóstico DSM-5, los ataques de pánico pueden darse de manera aislada o dentro de lo que se denomina “Trastorno de pánico”. Los síntomas más comunes son las palpitaciones, la taquicardia, la hiperventilación, la sensación de pérdida de control, el miedo a la muerte o la desrealización.

La hiperventilación a su vez genera síntomas como mareos, entumecimiento de las manos y de los pies, náuseas y confusión. Esto es debido a que se exhala más aire de lo que se inhala y se provoca una reducción de dióxido de carbono en el cuerpo.

A nivel conductual se puede producir un cambio en el comportamiento después de haber vivido el primer ataque de pánico. Muchas personas restringen sus actividades a fin de evitar una nueva crisis después de la primera; esto puede desembocar en un caso de agorafobia si no se tratan las conductas evitativas.

¿Cuáles son las causas de los ataques de ansiedad?

Antes de pasar a las causas de las crisis de pánico es interesante comentar su prevalencia. Alrededor de un 10% de la población adulta general ha sufrido en alguna ocasión un ataque de ansiedad. Pese a que la edad de inicio suele rondar los 15 años, también existen casos de ataques de pánico en niños.

Los ataques de pánico o crisis de ansiedad pueden ser explicados desde diferentes perspectivas psicológicas. Cada una de ellas los atribuye a una serie de causas determinadas que no son excluyentes entre ellas y que convergen en la misma reacción fisiológica.

Causas biológicas

Algunas personas son más vulnerables genéticamente a sufrir crisis de ansiedad que otras. La presencia de trastornos de ansiedad como el obsesivo-compulsivo (TOC), el de estrés postraumático (TEPT), la hipoglucemia, el hipertiroidismo o el síndrome de la taquicardia postural favorece la aparición de ataques de pánico.

Esto es debido a una desregulación del sistema de norepinefrina, que se encarga de la producción de noradrenalina en el locus coeruleus, una zona del tronco cerebral que se ha relacionado con los ataques de pánico.

Según la teoría cognitivo-conductual

La perspectiva dominante en la psicología actual es la corriente cognitivo-conductual, que afirma que el detonante del ataque de pánico suele ser una interpretación errónea de una imagen mental. Esto provocaría una  reacción excesiva de ansiedad que a su vez causaría fuertes síntomas fisiológicos  que agudizan las percepciones mentales del miedo.

De este modo se entra en un círculo de miedo-reacción en el que se acentúan aún más las sensaciones corporales; la persona se siente incapaz de salir de ese bucle y se produce el ataque de pánico.

¿Cómo controlar los síntomas del ataque de pánico?

Una vez se está produciendo el ataque de pánico, algunos consejos rápidos y sencillos para manejar los síntomas y evitar entrar en el círculo de miedo-reacción fisiológica son los siguientes.

1. Respirar de manera lenta y profunda

Esta técnica consiste en respirar manteniendo el aire durante unos 5 segundos y luego soltarlo. De este modo se evitará la hiperventilación y los síntomas asociados a esta, como el entumecimiento de las extremidades, los mareos o la confusión.

2. Tener pensamientos menos catastrofistas y tranquilizadores

Decirse a uno mismo que, pese a que los síntomas sean muy intensos, son sólo una reacción de ansiedad que pasará en cuestión de minutos puede ser muy efectivo si ya se ha vivido algún ataque de pánico y se tiene claro que esto es así.

3. Aceptar las emociones que se están experimentando

Es importante no luchar contra las sensaciones que se están experimentando, ya que esto es contraproducente: fomenta el miedo y la necesidad de huir, lo que acentúa e incrementa la reacción fisiológica. Por contra, es recomendable  aceptar las emociones para que la ansiedad se reduzca de forma natural.

Tratamiento para las crisis de ansiedad

La crisis de ansiedad en sí mismas no tienen un tratamiento establecido, sino que éste por lo general se orienta al trastorno de pánico. En este caso los ataques de ansiedad son recurrentes y pueden derivar en conductas desadaptativas que interfieran en el funcionamiento normal.

El trastorno de pánico es susceptible de ser abordado mediante diferentes técnicas; de hecho, un tratamiento multicomponente basado en la terapia cognitivo-conductual que incluya técnicas de relajación y en ocasiones fármacos puede ser realmente efectivo.

Tratamiento cognitivo-conductual

Este tipo de tratamiento es uno de los más utilizados y eficaces en el control de las crisis de pánico. Se compone de cuatro fases en las que se utilizan diferentes técnicas. Este programa tiene como objetivo básico modificar la evaluación disfuncional y catastrofista de las sensaciones vividas.

1. Psicoeducación: aportar información

Es de suma importancia explicarle a la persona que padece el trastorno de pánico en qué consiste la respuesta de ataque-huida que produce el organismo y genera la gran mayoría de síntomas. Se hace énfasis en que estos síntomas no conllevan ningún peligro y pasarán en cuestión de minutos.

2. Reestructuración cognitiva

En esta fase se identifican las creencias erróneas y los pensamientos catastrofistas asociados a los ataques de pánico y se cuestionan con argumentos racionales hasta que el paciente tenga el convencimiento de que las nuevas hipótesis son las correctas.

3. Técnicas de relajación

Además de recordar la información sobre los efectos de la hiperventilación y a qué se debe esta, se entrena a la persona afectada en técnicas de control respiratorio que resultarán muy útiles y aportarán seguridad en caso de que se produzca un nuevo ataque de pánico.

4. Exposición interoceptiva y en vivo

Por último, y después de haber trabajado las fases anteriores, es el momento de ponerlas a prueba. Así, la persona  se expone a sensaciones internas como la de ahogo, la taquicardia o el mareo  con el fin de reducir el miedo. Nos referimos a este procedimiento como “exposición interoceptiva”, ya que se dirige al propio cuerpo y no a eventos externos.

Como método final se expone al individuo a situaciones en vivo que sean temidas o evitadas y que antes de la terapia disparaban los ataques de pánico. De este modo la persona pondrá a prueba de manera real todas las técnicas entrenadas y corroborará las hipótesis adecuadas sobre las causas y el funcionamiento de las crisis de angustia.

Tratamiento farmacológico

En ocasiones, con el fin de reducir los síntomas fisiológicos de manera inmediata se recurre al uso de fármacos. De hecho, la recomendación desde la Asociación de Psicología Americana (APA) es combinar el tratamiento farmacológico junto con el psicológico; sin embargo, siempre es preferible evitar la medicación si el problema se puede solucionar mediante métodos menos invasivos.

Los fármacos recomendados como primera línea de tratamiento son los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina). Pese a que las benzodiacepinas como el lorazepam también son eficaces, deben ser evitadas por su elevado potencial adictivo.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders, 5th ed. Arlington, Virginia: American Psychiatric Association.

  • Sadlon, A. & Chaitow, L. (2013). Hyperventilation syndrome/breathing pattern disorders. En J. E. Pizzorno y M. T. Murray (Eds.), “Textbook of Natural Medicine. 4th ed.”. St Louis, Missouri: Elsevier Churchill Livingstone.

  • Samuels, E. R. & Szabadi E. (2008). Functional neuroanatomy of the noradrenergic locus coeruleus: its roles in the regulation of arousal and autonomic function part I: principles of functional organisation. Current Neuropharmacology, 6: 235–253.