La irritabilidad, la apatía, la somnolencia, la falta de vitalidad están invadiendo tu cuerpo. Desde que comenzó el mes de abril no eres tú, la pereza toma sus propias decisiones, pero ¡no te preocupes! Lo que te ocurre es que estás sufriendo la temida astenia primaveral. Un trastorno adaptativo provocado por los cambios que trae consigo la llegada de la primavera.
Año tras año, la astenia primaveral se instala en más de la mitad de la población, afectando en mayor medida a las mujeres según apuntan algunos estudios. Aunque sus síntomas son leves y pasajeros -en el peor de los casos tendrán una duración de tres semanas máximo-, es inevitable sentir pesadez, agotamiento y somnolencia en nuestro cuerpo.
El culpable de la fatiga y la inapetencia es el cambio de hora. El hecho de cambiar al horario de verano el último fin de semana de marzo, unido junto a todos los cambios ambientales que trae consigo la primavera, como el aumento de las horas de luz y de temperaturas, provocan cambios bruscos en nuestro cuerpo. Además de que nuestro reloj biológico se desestabilice y necesite un tiempo prudencial para readaptarse a las nuevas circunstancias.
Reducir la astenia con un buen descanso
Aunque los síntomas de la astenia son pasajeros pueden llegar a debilitar el sistema inmunitario, por ese motivo es fundamental cuidar la alimentación y el descanso para afrontar la primavera con fuerza.
Es muy importante cuidar la alimentación y adaptarla al cambio de estación. Durante el invierno para sobrellevar mejor las temperaturas frías involuntariamente siempre tendemos a seguir una dieta más hipercalórica. En cambio, con el inicio de la primavera se recomienda seguir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, pescados, frutos secos, aceite de oliva y carnes magras.
Otro hecho que recomiendan los expertos es intentar adelantar la hora de la cena, sobre todo durante las primeras semanas. Puesto que los médicos aconsejan ir a la cama una hora antes. Durante la astenia primaveral el cuerpo necesita descansar, por ello se recomienda adelantar la hora de acostarse.
Así mismo, se aconseja que el reposo nocturno esté acompañado de una buena calidad del sueño.
Incluso para regular antes el ciclo de sueño, una buena opción es dormir con las persianas abiertas para acostumbrarnos antes.
La práctica deportiva es esencial también para ayudar a reducir los efectos de la astenia primaveral. La liberación de endorfinas, las conocidas hormonas de la felicidad, reducen el estrés y nos hacen sentir más felices y positivos. Es por ello, que debemos sacar el tiempo de donde haga falta, aunque solo sea andar durante media hora al día.
Sin embargo, debemos evitar realizar ejercicio cardiovascular durante las últimas horas del día, ya que este hecho sería un aliciente para no poder dormir. En ese caso, deberíamos optar por deportes como el yoga o la meditación, que incitan a la relajación y evitan la excitación del cuerpo. De todas formas, todos estos síntomas desaparecerán en cuestión de días. ¡Y por suerte volveremos a disfrutar de nuestra vitalidad!