Es obvio que, con el paso del tiempo y el aumento de los años, nuestro cuerpo envejece. Los huesos se vuelven más frágiles, los músculos se debilitan y nuestros diferentes sistemas comienzan a experimentar cambios y dificultades.
Debido a este desgaste propio de la edad pueden empezar a aparecer todo tipo de afecciones físicas, tal y como puede ser la artrosis. A lo largo de este artículo revisaremos algunos conceptos como qué es la artrosis y cuáles son sus diferencias con la artritis, así como sus síntomas, sus causas y los tratamientos más eficaces para combatirla.
La artrosis es una de las formas de enfermedad articular más comunes que existen. En ella se produce un desgaste del cartílago que protege el extremo de los huesos, lo que provoca que estos se rocen y se vayan desgastando.
Aunque existen una serie de causas que pueden producir este desgaste, el factor más importante es el paso del tiempo. Es decir, a mayor edad, más posibilidades de sufrir artrosis.
Esta condición degenerativa de las articulaciones puede perjudicar a cualquiera de las articulaciones del cuerpo. Sin embargo la rodilla, la cadera, las manos y la columna son las regiones más afectadas por los síntomas de artrosis.
Debido a que se trata de una enfermedad con un desarrollo degenerativo, es imposible revertir el proceso que subyace al desgaste del cartílago de la artrosis. A pesar de esto existen tratamientos para controlar los síntomas que resultan de gran eficacia.
Además mantener unos hábitos de vida saludables que incluyan la realización regular de ejercicio físico y el mantenimiento de una dieta saludable, acompañados del tratamiento adecuado, pueden ayudar a retrasar el avance de la enfermedad, así como disminuir el dolor y mejorar la función articular.
Como decíamos, la artrosis es la forma más común de enfermedad articular. Según las estimaciones afecta aproximadamente al 3,3% de la población general. La artrosis es más frecuente entre las personas mayores de 60 y se da en un porcentaje algo más alto de mujeres que de hombres; no obstante, se vuelve aproximadamente igual de común en los dos sexos a medida que las personas envejecen.
Debido a que se trata de una enfermedad degenerativa, los síntomas de la artrosis avanzan de manera lenta, empeorando poco a poco con el paso del tiempo. Entre los principales síntomas de esta afección articular encontramos los siguientes.
Las personas que sufren artrosis pueden experimentar un aumento de la sensibilidad articular ante la aplicación de una ligera presión.
El dolor articular es uno de los síntomas más comunes de la artrosis. Este dolor puede aparecer durante o después de la realización de algún movimiento.
La rigidez articular es el síntoma más visible de la artrosis. Esta rigidez, que puede ser más intensa durante la mañana o tras un periodo de tiempo sin actividad, ocasiona una pequeña deformación en los dedos de las manos, otorgándoles una forma o disposición característica.
En algunos casos los pacientes de artrosis son incapaces de mover alguna de sus articulaciones en todo su rango completo de movimiento.
Otro de los signos más visibles de la artrosis es la producción de unos bultos duros que forman alrededor de la articulación afectada que reciben el nombre de “espuelas”.
Debido a la semejanza de nombres y de síntomas, es muy común confundir la artrosis con la artritis. Aunque ambas son enfermedades crónicas de las articulaciones, la artritis es una enfermedad autoinmune que afecta a la membrana sinovial de las articulaciones (una capa que recubre toda la articulación) en lugar de a todo el cartílago como ocurre en la artritis.
Además a diferencia de la artrosis, en la que los síntomas clave son el dolor y la rigidez, en la artritis el principal síntoma es una inflamación articular que provoca una rigidez grave en las articulaciones y que, además, causa más dolor cuanto más tiempo permanezca la persona en reposo.
Finalmente, mientras que la artrosis suele afectar con mayor frecuencia a personas de edad avanzada, la artritis puede aparecer a cualquier edad, siendo mucho más común en personas de entre 20 y 40 años.
Tal y como se menciona al inicio del artículo, la artrosis se caracteriza por el desgaste del cartílago que se encuentra en los extremos de los huesos de las articulaciones. La función del cartílago de las articulaciones es la de permitir el movimiento de estas sin que exista ningún tipo de fricción.
Sin embargo, en la artrosis se produce una degeneración progresiva de la superficie del cartílago, que se vuelve áspera. En algunos casos el cartílago puede llegar a desgastarse por completo hasta que los huesos se llegan a rozar entre ellos.
Aunque no existe una causa concreta y específica de la artrosis, sí hay una serie de factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de desarrollar esta enfermedad.
El principal factor de riesgo para desarrollar artrosis es la edad de la persona: esta enfermedad afecta mucho más a las personas mayores que al resto de grupos de edad.
A pesar de que todavía no se han podido determinar las causas de este hecho, las mujeres son mucho más propensas a desarrollar artrosis que los hombres.
El aumento de peso aumenta la presión sobre las articulaciones que tienen que soportarlo. Las caderas y las rodillas son algunas de las partes más afectadas en la artrosis, por lo que al aumentar de peso se castigan más estas articulaciones.
Además el tejido adiposo graso produce una serie de proteínas que pueden causar una inflamación dolorosa dentro y alrededor de las articulaciones.
Las lesiones articulares pueden aumentar el riesgo de padecer artrosis. Los traumas provocados a raíz de realizar algún ejercicio físico o a causa de un accidente constituyen un factor de riesgo importante para el desarrollo de esta enfermedad.
Aunque no se ha confirmado la hipótesis de la genética, se ha observado una cierta tendencia a desarrollar artrosis en personas con familiares afectados.
El riesgo de artrosis puede aumentar en aquellas personas que nacen con algún tipo de deformidad en las articulaciones o con cartílagos defectuosos.
Existen una serie de ocupaciones laborales que pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis. Trabajos que impliquen la realización de tareas que ejercen un estrés repetitivo en una articulación concreta pueden favorecer los síntomas de artrosis en esta articulación.
Por desgracia en la actualidad es imposible revertir o frenar los efectos de la artrosis. Sin embargo, se pueden controlar los síntomas de manera eficaz mediante la implementación de cambios y mejoras en el estilo de vida (dieta y ejercicio), fisioterapia, medicación y/o intervenciones quirúrgicas.
Entre las formas de tratamiento para la artrosis se incluyen varias terapias de tipo farmacológico, pero también intervenciones quirúrgicas y terapias físicas.
Existen una serie de medicamentos que pueden ayudar a reducir el dolor causado por la artrosis.
- Acetaminofén (conocido popularmente por su nombre comercial “paracetamol”).
- Fármacos antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno.
- Duloxetina (un fármaco antidepresivo conocido como Cymbalta aprobado también para el tratamiento del dolor crónico).
El paciente puede recurrir a diferentes tipos de terapia que le ayuden tanto a mejorar su estado físico como a soportar mejor la enfermedad.
- Fisioterapia para fortalecer los músculos y aportar flexibilidad.
- Terapia ocupacional.
- Ejercicio físico de bajo impacto como yoga o tai-chi.
En el caso de que los anteriores procedimientos no resulten efectivos, existen ciertas intervenciones quirúrgicas efectivas para los casos de artrosis.
- Inyecciones de cortisona en las articulaciones.
- Inyecciones de lubricante (como el ácido hialurónico).
- Realineamiento de los huesos.
- Reemplazo de la articulación afectada.