Los ansiolíticos como el diazepam o el lorazepam son medicamentos utilizados para el tratamiento de la ansiedad, incluyendo síntomas y trastornos como las crisis de angustia o la fobia social. En estos casos, la elección del ansiolítico se determinará en función de los síntomas y de otras características individuales del paciente, incluyendo la interacción que pueden tener con otros medicamentos que esté tomando la persona.
En este sentido, es importante recordar que el consumo simultáneo de ansiolíticos y alcohol debe ser totalmente evitado para no provocar efectos fatales en el organismo humano.
En este artículo vamos a revisar qué son los ansiolíticos y para qué se utilizan, qué dosis se suelen recomendar y, finalmente, qué efectos secundarios pueden provocar.
Los ansiolíticos son psicofármacos que se recetan y utilizan en el tratamiento de la ansiedad. La ansiedad es un estado emocional en el cual el miedo domina la vida de una persona. La amígdala, una estructura cerebral, juega un papel crítico en la evaluación del miedo y la respuesta al peligro.
Los ansiolíticos son medicamentos que sirven para tratar y calmar los síntomas de ansiedad, tales como el nerviosismo y la tensión excesiva, o para el control a corto plazo de trastornos ansiosos como la fobia social o la fobia específica.
De este modo, los ansiolíticos también pueden usarse para aliviar episodios transitorios de ansiedad leve o moderada y episodios más pronunciados relacionados con diferentes formas de fobia.
Los medicamentos que más a menudo se recetan para controlar los episodios de ansiedad se conocen como benzodiazepinas. El ejemplo más conocido de una benzodiazepina es el diazepam, ansiolítico que se vende normalmente bajo el nombre comercial Valium.
Las benzodiazepinas, aparte de tener un efecto ansiolítico sobre la sintomatología ansiosa, también tienen un efecto hipnótico. En este caso, se pueden utilizar para tratar episodios de insomnio de distinto tipo.
Aunque las benzodiazepinas como el diazepam alivian los síntomas de ansiedad de manera similar a los ansiolíticos más antiguos, los barbitúricos, la característica que diferencia a las benzodiazepinas de sus antecedentes es el amplio margen de seguridad asociado con las primeras.
Y es que, a diferencia de los barbitúricos, los ansiolíticos benzodiazepínicos tienen un amplio margen de seguridad, lo que significa que las dosis de benzodiazepinas que causan toxicidades potencialmente mortales son considerablemente mayores que las dosis que normalmente se usan en el tratamiento de la ansiedad. Es por este motivo que las benzodiacepinas suelen ser los ansiolíticos de primera elección.
El diazepam y otros ansiolíticos reducen la frecuencia, la gravedad y la duración de los síntomas de ansiedad en individuos que tienen trastornos médicos o psiquiátricos asociados con este síntoma. Las enfermedades físicas asociadas con la ansiedad incluyen enfermedades cardíacas y las gastrointestinales, así como patologías que afectan a los pulmones y dificultan la respiración.
Los ejemplos de trastornos de ansiedad comunes incluyen el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico y los trastornos fóbicos.
Los ansiolíticos, y particularmente las benzodiazepinas inyectables como el lorazepam (Ativan) y el midazolam (Versed), también se utilizan para la sedación preoperatoria en cirugía.
Cuando se utilizan en estos contextos pueden inducir efectos como la relajación, la sedación y también reducir la memoria de una experiencia desagradable. Asimismo, lo que hacen en estos casos es relajar al paciente y reducir la necesidad de otros medicamentos como analgésicos, anestésicos y relajantes musculares.
La dosificación de los ansiolíticos varía en función del tipo. Por ejemplo, para el alprazolam oral (en pastillas) se recomiendan tres dosis diarias de 0,25-0,5 mg, y para el lorazepam en pastillas se suelen indicar dosis de entre 0,5 y 2 mg 2 o 3 veces diarias.
En relación a los efectos ansiolíticos, éstos también difieren dependiendo del tipo de psicofármaco utilizado. En el caso del diazepam, sus efectos suelen presentarse en tan solo 15 minutos y duran 2 o 3 horas. Estas características explican por qué el diazepam se receta con frecuencia en los ataques de ansiedad agudos.
Los efectos ansiolíticos del diazepam ocurren en tan solo 15 minutos, pero solo duran dos o tres horas. Estas características hacen del diazepam un medicamento ideal para eliminar rápidamente los ataques de ansiedad aguda.
Por otro lado, los efectos ansiolíticos de lorazepam son un poco más lentos en un inicio, pero tienden a persistir durante más de 6 horas. Como resultado, el lorazepam es más adecuado para prevenir los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada.
Los ansiolíticos suelen provocar efectos adversos que incluyen sedación, confusión y problemas de equilibrio. Estos efectos son más pronunciados al inicio del tratamiento y posteriormente al aumento de la dosis.
Hasta que no se conozca en detalle cómo afectan los ansiolíticos a la persona, es aconsejable evitar conducir o realizar tareas que requieran de un estado de alerta.
Cuando los ansiolíticos se toman en dosis altas o junto con otras sustancias que deprimen las acciones cerebrales, como el alcohol o los barbitúricos, las respuestas respiratorias normales del cuerpo pueden ser interrumpidas y a causa de ello, la persona puede dejar de respirar. Por esta razón, se debe evitar totalmente el consumo de alcohol y otros sedantes con efectos depresores en el sistema nervioso central (SNC) cuando se está en tratamiento con ansiolíticos.
Finalmente, los ansiolíticos pueden producir síntomas de abstinencia en el caso de que la persona deje de tomar el psicofármaco de forma repentina. Sólo se debe suspender el tratamiento tras una recomendación médica y su dosificación debe reducirse de forma lenta y progresiva para evitar dichos efectos.
Muchos medicamentos con efectos sedantes son utilizados en el tratamiento de la ansiedad aguda o crónica, además de las benzodiacepinas y los barbitúricos.
De hecho, y a pesar de que deben su nombre a la función con la que empezaron a comercializarse, muchos antidepresivos son eficaces en el tratamiento de la ansiedad. Los antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) como la fluoxetina o el citalopram, por ejemplo, se recetan con frecuencia en trastornos de ansiedad.
Otro caso digno de mención es el de la buspirona, un medicamento ansiolítico sin efectos sedantes que actúa de forma específica contra la ansiedad y que pertenece al grupo farmacológico de las azapironas. La buspirona también es la primera opción en el tratamiento con medicamentos del trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
sedantes
A pesar de que los medicamentos que hemos mencionado a lo largo del artículo son útiles en casos severos de ansiedad, también existen ansiolíticos naturales que pueden calmar la ansiedad leve o sencillamente ayudarnos a alcanzar un estado de relajación física y psicológica.
En este sentido, diversas plantas medicinales han sido empleadas históricamente como remedios naturales para la ansiedad. Veamos las propiedades de algunas de las más populares.
Las infusiones preparadas con flores secas de manzanilla son uno de los remedios naturales para la ansiedad más utilizados. Asimismo, a esta planta medicinal se le atribuyen efectos beneficiosos en el tratamiento del dolor.
La valeriana es considerada un ansiolítico natural con una eficacia particular en los casos de insomnio, así como en el alivio de los síntomas de estrés en general.
La flor de la melisa tiene efectos ansiolíticos que pueden inducir sensaciones de calma y favorecer la conciliación del sueño.
La tila o té de tilo es otro ejemplo de ansiolítico natural muy extendido. Entre los efectos que se le atribuyen destacan el tratamiento de la ansiedad, del insomnio y de los espasmos..
La pasiflora o flor de la pasión es otro de los productos naturales más utilizados para aliviar la ansiedad y el nerviosismo. De la pasiflora se dice que es un sedante natural que además mejora la circulación sanguínea y previene la aparición de espasmos musculares.
Fernández García, A., González Viña, A., & Peña Machado, M. D. L. Á. (2003). Bases científicas para el uso de las benzodiazepinas. Revista Cubana de Medicina General Integral, 19(1).
Karpa, K. (2005). Anxiolytics. In S. L. Chamberlin & B. Narins (Eds.), The Gale Encyclopedia of Neurological Disorders (Vol. 1, pp. 84-86). Detroit: Gale.