Recientemente la investigación neurocientífica ha investigado la definición y las características de algunos trastornos muy complejos, como la afasia. A partir de estos estudios se ha demostrado que algunas tareas cotidianas y aparentemente sencillas funcionan de maneras muy complejas.
Un buen ejemplo es la comunicación, la cual implica una serie de habilidades que incluyen recibir un mensaje, interpretarlo y luego emitir una respuesta coherente, ya sea verbal, escrita o incluso a través de señas. En todo este proceso hay estructuras cerebrales implicadas; sobre todo se han localizado en el hemisferio izquierdo, aunque no exclusivamente.
En este artículo desarrollamos una definición del concepto “afasia”, seguida de los tipos y causas más comunes según la evidencia científica disponible en la actualidad.
La afasia se define como una dificultad significativa para interpretar y producir lenguaje, tanto hablado como escrito, por lo que es conceptualizada como una trastorno de la comunicación. Está provocada por alteraciones o daños importantes en las zonas del cerebro que se encargan de regular habilidades como el habla, la escritura, la lectura y la comprensión.
El grado de dificultad para comunicarse varía según el daño neurológico y la zona afectada; la afasia puede afectar solo a la expresión, solo a la comprensión o a ambos procesos. Así mismo, la capacidad para comunicarse depende de una detección e intervención oportuna.
Las afasias son diagnosticadas a través de evaluaciones físicas (que detecten deterioro sensorial y motriz), neurológicas (por ejemplo una resonancia magnética que permita ubicar el daño en el cerebro) y neuropsicológicas (para valorar la competencia comunicativa, así como las habilidades que es necesario reforzar). Actualmente existen varias pruebas psicométricas para la valoración de habilidades comunicativas, por ejemplo el Test de Boston, el Test Totem o el Test CADL, entre otras.
Por sus manifestaciones, a nivel de investigación y de teoría la afasia suele relacionarse con otras dificultades para establecer algún tipo de comunicación, por ejemplo la dislexia (alteración de palabras o letras que complica la lectoescritura), la disartria (dificultad importante para articular) o la disfasia (a grandes rasgos, un grado leve de afasia).
Incluso se confunde con trastornos neuromotores, como la ataxia (dificultad para ejecutar algunos movimientos por enfermedades neurológicas) o la apraxia (problemas para coordinar movimientos voluntariamente, aunque exista un tono muscular adecuado).
Las afasias son trastornos de la comunicación adquiridos. Las causas principales de todos los tipos son traumatismos cráneo-encefálicos, comúnmente causados por accidentes, aunque también puede ocurrir por ictus (enfermedades cerebrovasculares como trombosis o embolia, derrame de vasos sanguíneos cerebrales o apoplejía).
Las afasias han sido estudiadas junto con otros trastornos de etiología neurológica y para facilitar su evaluación han sido clasificadas de la siguiente manera, en función de los síntomas: afasia de Broca, de Wernicke, transcortical (sensorial o motora), progresiva primaria, de conducción, global y anómica.
Aunque se han propuesto otras clasificaciones y diferentes términos para hacer referencia a estos mismos trastornos y a otros similares, nos hemos centrado en la conceptualización más utilizada por los expertos en este campo.
El área de Broca es la encargada de regular el lenguaje expresivo por lo que, al dañarse, se presenta una dificultad o incapacidad para establecer comunicación verbal o escrita, aunque la comprensión se mantiene. Es también conocida como afasia motora, ya que la articulación se ve seriamente afectada.
La afasia de Broca es uno de los trastornos de la comunicación que pueden diagnosticarse con mayor rapidez. Algunas sus manifestaciones son: dificultades para para ordenar fonemas y palabras, para integrarlas en una oración que tenga sentido y para sustituir unas palabras por otras, así como complicaciones en la articulación.
La afasia de Wernicke también es conocida como “afasia sensorial” o “receptiva” porque, aunque el lenguaje verbal se mantiene fluido y la articulación es correcta, la comprensión es casi nula. Así mismo, las frases entonadas no suelen tener un significado concreto.
En estos casos el daño cerebral se localiza en el lóbulo temporal del hemisferio izquierdo, área relacionada con la comprensión y estructura del lenguaje oral.
Algunas manifestaciones son: conjugación errónea de verbos, se agregan sílabas a las palabras o se inventan algunas, dificultad para nombrar objetos, errores en la repetición y en el seguimiento de instrucciones, y también suele haber logorrea (oraciones muy largas e ininteligibles) o verborrea (flujo verbal constante aunque con poco sentido).
Las personas con afasia de Wernicke pueden parecer muy alteradas por su forma de hablar, no suelen ser conscientes de los errores que cometen al hablar y muestran grandes dificultades para comprender a los demás.
Aunque el hemisferio izquierdo suele ser dominante en el desarrollo de las habilidades comunicativas, no en todos los casos ocurre así. En algunas personas el lenguaje está regulado por distintos lóbulos en ambos hemisferios; esto es así, por ejemplo, en muchas personas zurdas y en menor medida en las ambidiestras.
La afasia transcortical se llama así precisamente porque afecta distintas zonas de la corteza cerebral, y se caracteriza por la capacidad de repetir cualquier palabra o frase hablada o escrita (a diferencia de lo que sucede en la afasia de Broca, en la de Wernicke o en la global), aunque con poca o nula comprensión.
Se llama afasia transcortical motora cuando hay capacidad de repetir de forma voluntaria frases leídas y escuchadas, pero sin lenguaje espontáneo. En cambio, si hay una repetición involuntaria de las palabras o frases que la persona escucha, aunque no las que lee, y generalmente no puede entenderlas, hablamos de una afasia transcortical sensorial.
La afasia transcortical sensorial y la motora pueden darse al mismo tiempo: repetición voluntaria o involuntaria de palabras, pero sin comprensión. Cuando esto sucede utilizamos el concepto “afasia transcortical mixta”.
A diferencia de las afasias anteriores, esta no se presenta de manera súbita. Se llama afasia progresiva porque su etiología es neurodegenerativa, es decir, hay una deterioro paulatino de las funciones neuronales, lo que tiene consecuencias importantes en la conducta y, posteriormente, en el desarrollo de habilidades motoras como hablar o mantener el equilibrio.
Sin embargo, se mantienen habilidades cognitivas como la memoria, la atención o la percepción visoespacial. Se diagnostica cuando hay una dificultad para realizar tareas de la vida cotidiana principalmente por una alteración del lenguaje.
Se trata de un tipo de afasia poco frecuente y en muchos casos es uno de los síntomas de otra enfermedad neurodegenerativa como la enfermedad de Pick o el Alzheimer.
La afasia de conducción ocurre por un daño en el área del cerebro que conecta con las de Broca y Wernicke. El lenguaje suele ser más fluido que en la afasia de Broca, aunque difícil de entender porque, como sucede en la de Wernicke, se mezclan palabras con poco sentido.
En este caso no hay logorrea, pero suele haber muchas pausas porque la persona se esfuerza mucho en encontrar palabras para lo que quiere expresar. También puede existir una dificultad para realizar tareas motoras, sobre todo aquellas que requieren orientación visoespacial.
En este caso hay una alteración tanto en la comprensión como en la expresión, hablada y escrita. Combina los síntomas de la afasia de Broca y la de Wernicke porque el daño cerebral se localiza en ambas zonas.
Se caracteriza por un lenguaje verbal estereotipado y repetitivo y por una comprensión mínima de lo que la persona escucha o lee; incluso hay dificultades severas para imitar movimientos, escrituras o repetir palabras. Pueden estar limitadas también las funciones ejecutivas, aunque no necesariamente.
La afasia anómica se llama así porque se caracteriza por una dificultad para denominar, es decir, para nombrar cosas o situaciones. Por esto mismo se conoce también como “afasia amnésica”. Suele haber un habla fluida, se mantiene la capacidad para repetir palabras o frases y hay buena comprensión.
También se dan con frecuencia generalizaciones, mientras que la lectoescritura se encuentra prácticamente preservada. Es un trastorno de la comunicación frecuente aunque más leve que los anteriores.