Las adicciones han sido y siguen siendo un gran problema de salud pública. Aunque normalmente la gente las identifique al consumo de drogas como el alcohol o la cocaína, también existen adicciones de tipo comportamental tales como la adicción al móvil, a Internet, a la comida, a las compras o al sexo.
A continuación vamos a revisar qué es la adicción y cuáles son sus causas, cuáles son los 2 tipos principales de adicción que podemos encontrar y qué tratamientos suelen utilizarse para manejarlos.
La adicción es referida como la necesidad compulsiva de consumir una sustancia específica de forma habitual, o una necesidad irresistible de realizar una actividad. Esta palabra suele ser empleada en los ámbitos no médicos. En el DSM-5 (2013) la adicción consta en las categorías de “trastornos relacionados con sustancias y otros trastornos adictivos” y “trastornos no relacionados con sustancias”.
Los trastornos relacionados con sustancias engloban 10 clases diferentes de drogas: alcohol, cafeína, cannabis, alucinógenos, inhalantes, opiáceos, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, estimulantes, el tabaco y otras sustancias (o sustancias desconocidas).
Todas las drogas que se consumen en exceso producen una activación del sistema de recompensa cerebral, implicado en el refuerzo del comportamiento y la producción de recuerdos.
También se han encontrado evidencias de que hay conductas que activan estos mismos sistemas de recompensa de manera similar a las drogas: juego patológico, videojuegos, compras, sexo… Estos se califican como adicciones comportamentales.
Dos características asociadas a la adicción son la tolerancia, definida como la necesidad cada vez mayor de una sustancia para obtener el mismo efecto en términos neurobiológicos, y la abstinencia, que consiste en el conjunto de síntomas físicos y psicológicos que surgen cuando una persona adicta no puede consumir la sustancia deseada o no puede realizar la conducta adictiva.
Durante mucho tiempo se ha discutido si las adicciones pueden ser consideradas enfermedades físicas. Por una parte existe el modelo de la enfermedad, introducido por primera vez a fines de la década de 1940 por E. M. Jellinek, que postula que tanto la drogadicción como el alcoholismo pueden ser considerados patologías físicas. En este sentido, la adicción es debida a cuestiones fisiológicas y genéticas.
Otros expertos no están de acuerdo y creen que los comportamientos adictivos se pueden entender mejor como hábitos problemáticos o patrones de comportamiento que se han aprendido de acuerdo con los principios que guían todo el aprendizaje. Para ellos los comportamientos adictivos son hábitos de mala adaptación y patrones de comportamiento que pueden "desaprenderse" y reemplazarse con comportamientos nuevos, alternativos y más saludables.
Según estos investigadores, las experiencias pasadas y presentes, el entorno, los antecedentes familiares, las influencias de los grupos de pares y las creencias y expectativas individuales determinan quién se volverá adicto o no a una sustancia o comportamiento.
Siguiendo esta teoría, los teóricos del aprendizaje explican que los adictos sufren de una inhabilidad de calmarse o de manejar adaptativamente las emociones de la vida cotidiana.
A veces la ansiedad, la depresión, la vergüenza, la ira y la incomodidad en situaciones sociales pueden considerarse causas del abuso de sustancias. En este sentido, muchos expertos creen que los adictos se automedican, es decir, usan sustancias destructivas para aliviar sus emociones dolorosas.
El término adicción se refiere a una amplia gama de comportamientos. Si bien la adicción comúnmente se refiere al uso compulsivo de sustancias, incluidos el alcohol, las drogas recetadas y las ilegales, el tabaco y los alimentos, también se utiliza para describir la indulgencia excesiva en actividades como el trabajo, el ejercicio, las compras, el sexo, Internet, las redes sociales, los videojuegos y los juegos de azar (máquinas recreativas, bingo, cartas, etc.).
El DSM-5 (2013), establece dos tipos de categorías para los trastornos relacionados con sustancias: los trastornos por consumo de sustancias y los trastornos inducidos por sustancias. Como se ha explicado antes, según el DSM-5 hay 10 tipos de drogas, siendo el alcohol y el cannabis dos de las más consumidas por la sociedad.
Estas drogas de abuso activan directamente los sistemas de recompensa. Aunque los mecanismos por los que cada clase de droga producen la recompensa cerebral sean diferentes, todas ellas activan dichos sistemas y producen sentimientos de placer, conocidos coloquialmente como “subidón”.
Los individuos con menores niveles de autocontrol pueden tener disfunciones en los mecanismos de inhibición cerebral, cosa que les predispone a desarrollar la adicción.
El juego, Internet, el móvil, los videojuegos, el sexo, el ejercicio, las compras o la comida pueden llegar a generar comportamientos adictivos en los individuos.
Este tipo de adicciones activan los mismos sistemas de recompensa anteriormente explicados y producen síntomas conductuales parecidos a los provocados por las drogas de abuso. Consisten en patrones de uso o realización excesiva y prolongada de una actividad que provocan un malestar clínicamente significativo en la persona que lo sufre.
Al igual que las adicciones a sustancias, las adicciones de tipo conductual tienen una importancia significativa para la salud pública y deben tratarse de igual manera que estas.
El tratamiento de la adicción es integral, es decir, se combina la terapia psicofarmacológica con la psicológica e incluso también pueden ser beneficiosos los grupos de autoayuda como “Alcohólicos Anónimos” y similares.
Con relación a la terapia farmacológica, se suele recetar normalmente para las adicciones físicas, ya que estas alteran la química cerebral. Algunos medicamentos, como el Antabuse (disulfiram), han demostrado una efectividad limitada en el tratamiento de la adicción al alcohol. También se recetan antidepresivos o ansiolíticos para tratar problemas comórbidos a la adicción como pueden ser la depresión o la ansiedad.
Respecto a la terapia psicológica, se suele basar en la aplicación de programas con técnicas de confrontación y reeducación como sus principales enfoques. Asimismo, también se recomienda combinar este tipo de tratamientos con la terapia individual, grupal y familiar.