Tal y como la mayoría de problemas psicológicos que se encuentran relacionados con el físico y la imagen que tenemos sobre él, en la vigorexia es muy importante la presión que ejerce la sociedad sobre las personas que la sufren.
En este caso, ya que suele producirse casi exclusivamente en hombres, el ideal de belleza que se busca es en relación a tener un cuerpo fibrado y musculoso.
A continuación revisaremos qué es la vigorexia y cuáles son las causas de este trastorno. Además explicaremos qué características tiene el trastorno en función de su gravedad y qué tipo de tratamiento suele recomendarse para este problema relacionado con el culto al cuerpo.
La vigorexia es también conocida como “complejo de Adonis” o “dismorfia muscular” en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 2013). Se trata de una forma del trastorno dismórfico corporal, más concretamente ubicado en la categoría clínica “Trastornos obsesivos-compulsivos y trastornos relacionados”.
La definición de persona vigoréxica corresponde aquella a la cual le preocupa de forma clínicamente significativa la idea de que su estructura corporal es demasiado pequeña, poco vibrada o musculosa. Para solucionar ese pensamiento, la persona dedica mucho tiempo a ir al gimnasio y a la planificación de su dieta.
Esta patología psicológica ocurre principalmente en hombres (80% del total de casos) y normalmente se inicia en la adolescencia de forma gradual. Las personas vigoréxicas suelen tener un cuerpo normal o incluso muy musculoso.
En un estudio realizado en el 2017 con hombres culturistas como muestra principal, se estableció que el 25% de ellos presentaba un alto riesgo de tener vigorexia, especialmente los más jóvenes.
En ocasiones estas personas también se preocupan mucho por otras zonas corporales como la piel o el cabello. Asimismo, es posible que usen esteroides anabolizantes androgénicos y otras sustancias potencialmente peligrosas e ilegales para tratar de hacer que su cuerpo sea mucho más grande y musculado.
A diferencia de la anorexia nerviosa, en la cual la persona está preocupada por su exceso de peso, en la vigorexia la persona cree que su cuerpo no está lo suficientemente desarrollado o musculado.
Asimismo, la anorexia es un trastorno psicológico que forma parte de la categoría trastornos de alimenticios y relacionados con la ingesta de alimentos; por su parte, la vigorexia se categoriza como un trastorno de tipo obsesivo-compulsivo.
Aún así, es cierto que comparten algunos síntomas tales como la alteración corporal o la aparición de comportamientos y pensamientos obsesivos relacionados con el cuerpo, entre otros.
Es muy importante diferenciar este trastorno mental de las preocupaciones normales sobre la apariencia y los defectos físicos claramente perceptibles.
En la vigorexia las preocupaciones relacionadas con la musculación son excesivas y el tiempo que la persona pasa en el gimnasio y/o planificando y haciendo su dieta resulta desmesurado.
Además, en el caso de que no pueda cumplir con estas tareas autoimpuestas la persona experimenta un malestar muy grande, posiblemente también significativo desde un punto de vista clínico.
No se conocen causas específicas para la vigorexia; lo que sí se ha identificado han sido factores de riesgo de tipo biológico, psicológico y social. Los datos disponibles sugieren una asociación más o menos frecuente con maltratos y burlas en la infancia.
Asimismo, hay estudios realizados con resonancia magnética nuclear que afirman una hiperactividad de la corteza orbitofrontal y una hipoactividad de la corteza occipital, cosa que explicaría un problema de procesamiento visual en estas personas.
También se ha observado una relación genética con este trastorno dismórfico y familiares de primer grado con algún tipo de patología de tipo obsesivo-compulsivo. Finalmente, los cánones estéticos actuales de la sociedad también contribuyen al desarrollo de este tipo de trastorno.
A nivel de consecuencias funcionales, la vigorexia puede llegar a interferir en la vida cotidiana a través de las preocupaciones constantes sobre la apariencia física. Los síntomas más graves se asocian a un peor funcionamiento y calidad de vida.
La mayoría de personas con esta patología suelen tener problemas en su trabajo, los estudios o el desempeño de roles vitales como los de padre o cuidador.
En los casos más graves, las personas pueden llegar a dejar de salir de casa debido a la intensidad de los síntomas que presentan.
Los síntomas principales de este trastorno psicológico incluyen una obsesión constante para fibrar o muscular más el cuerpo. La persona dedica constantemente el tiempo al levantamiento de pesas, y como consecuencia aparecen problemas en los estudios, el trabajo y las relaciones sociales.
Además se da una evitación de las situaciones en las que se debe exponer el cuerpo -como en la piscina o en la playa. En el caso de que sea inevitable hacerlo, la persona experimenta sensación de malestar e inquietud constante.
Como decimos, la ejecución de su trabajo y de sus actividades sociales se ven claramente afectadas por su supuesto defecto corporal. Los efectos negativos que se puedan derivar de su rutina de entrenamiento no desaniman a la persona, que insiste en seguir con sus prácticas potencialmente peligrosas.
También se experimentan durante el curso del trastorno comportamientos de tipo compulsivo tales como mirarse constantemente en el espejo, asearse en exceso, etc., así como actos mentales u obsesiones repetitivas como comparar el propio aspecto con el de otras personas.
Este trastorno está asociado a niveles altos de ansiedad, ansiedad social, evitación social, depresión, neuroticismo y perfeccionismo, así como baja extroversión y falta de autoestima.
Muchas de las personas que sufren de vigorexia sienten una gran vergüenza de su apariencia física, dan demasiada importancia a su aspecto y les cuesta expresar estos pensamientos a los demás.
Es muy común que estas personas también recurran a tratamientos estéticos -incluyendo la cirugía- para mejorar su cuerpo. Curiosamente, cuando la persona se opera suele empeorar la gravedad del trastorno dismórfico.
Como todos los trastornos de esta clase, la vigorexia se ha asociado a una disfunción visual y del procesamiento en la persona que hace que ésta se fije más en los detalles en lugar de los aspectos integrales o completos de los estímulos visuales.
De la misma manera, los estudios sugieren que estas personas tienden a interpretar de forma negativa las expresiones faciales y las situaciones ambiguas.
En la vigorexia es importante especificar el grado de dismorfia corporal, así como el de consciencia en relación al trastorno. Según el DSM-5 se especifican 3 grados diferentes: con introspección buena o aceptable, con poca introspección o con ausencia de ella.
En el primer y en el segundo caso, la persona cree que sus pensamientos en relación a su cuerpo son claramente o probablemente no ciertas, respectivamente. En el tercer caso, el sujeto muestra creencias delirantes ya que está completamente convencido de que éstas son totalmente ciertas.
Finalmente, aquellas personas que tienen ideas delirantes tienen más probabilidad de presentar también ideas o tendencias suicidas ya que la gravedad de sus síntomas es mayor.
En relación al tratamiento de este trastorno, la terapia cognitivo-conductual (TCC) sola o junto con fármacos es la opción más utilizada en este tipo de trastorno.
Ambas terapias han resultado eficaces según los estudios realizados. La elección de una opción u otra la determinará la gravedad del caso, así como la posible existencia de otros problemas psicológicos asociados y su propia severidad.
Respecto a la terapia psicológica, el objetivo que se quiere conseguir con la TCC es el de cambiar las ideas y creencias intrusivas y recurrentes que tiene la persona sobre su imagen corporal.
Asimismo, también se han visto buenos resultados con la terapia familiar asociada ya que ésta se basa en incluir a los miembros de la familia como un recurso más en el tratamiento.
En este caso, es importante evitar hacer comentarios sobre el aspecto físico de la personas, ya que aunque se realicen para tranquilizar a la persona, ésta puede llegar a malinterpretarlos.
En relación a los psicofármacos, por lo general en los casos graves se recetan antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) como la fluoxetina (Prozac) o la sertralina (Zoloft).
De la misma manera, algunos estudios han especificado que el uso de antipsicóticos también podría llegar a ser útil para tratar las ideas delirantes que presentan las personas vigoréxicas; no obstante, muchos otros estudios ofrecen datos en contra de esta práctica.
Pejenaute, E. G., & Labari, M. E. P. (2018). Vigorexia. FMC - Formación Médica Continuada En Atención Primaria, 25(5), 262–269.
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Asociación Americana de Psiquiatría (APA). (2013). Manual de diagnóstico estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), quinta edición. Madrid: Panamericana.