Si hacemos referencia al concepto de alimentación saludable, hay productos en los que todos pensamos. Seguramente se nos vengan a la cabeza alimentos como las frutas, las verduras y las hortalizas. Incluso podemos ser más precisos y pensar en determinados alimentos, que probablemente estén presentes en cualquier hogar, como el tomate.
Esta fruta (porque no es una verdura como solemos pensar) suele estar presente en muchas dietas. Y lo cierto es que se trata de un producto muy versátil, perfecto para ensaladas, como acompañante etc. Si eres de los que apuestan por el tomate, toma nota porque vamos a desvelarte qué ocurre con tu cuerpo si lo comes todos los días...
El tomate y sus beneficios
El tomate es una de las frutas más extendidas y mejor adaptadas del mundo. Se trata de un alimento que cuenta con gran popularidad y que está presente en muchas recetas culinarias. Sin embargo, no lleva entre nosotros toda la vida, sino que nos acompaña desde hace tan solo algunos siglos...
Su llegada a Europa en el siglo XVI vino de la mano de Hernán Cortés, y su cultivo se inició en Italia. El gazpacho, las pizzas... ¿Qué sería de estos alimentos sin él?
Hoy en día, la gran mayoría de los expertos aseguran que es una fruta, pero también queda gente que lo clasifica como verdura. Independientemente de esto, lo que está claro es que el tomate aporta una multitud de beneficios para la salud.
Principalmente destaca por su aporte en vitaminas antioxidantes C, E y A. Si tomamos como referencia el consumo de 200 gramos de tomate, tendremos el 80% de nuestras necesidades diarias de vitaminas cubiertas. Estas vitaminas son muy importantes, ya que previenen la degeneración de los tejidos, el envejecimiento prematuro y ayudan a fortalecer el sistema inmune.
También es un alimento rico en minerales, pues los más abundantes en él son el potasio, el fósforo y el magnesio. De esta forma, también estaremos previniendo algunas enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, como el de páncreas o el digestivo.
¿Es seguro comer tomates todos los días?
Como todo en esta vida, tanto los déficits como los excesos pueden ser malos, y en el caso de consumir tomate no iba a ser menos. Además de contener vitaminas y minerales, el tomate también contiene mucho ácido y oxalatos.
El oxalato es una sustancia química natural del organismo, y además también está presente en determinados alimentos como es el caso. Sin embargo, cuando nuestro cuerpo acumula demasiada cantidad de oxalato en la orina, esto puede acarrear graves consecuencias.
Si una gran cantidad de oxalato se combina también con el calcio, puede dar lugar a la formación de cálculos o cristales renales. Esto es peligroso porque pueden dañar también a determinados órganos, como los riñones, y por tanto hacer que dejen de funcionar.
También debemos tener presente que el tomate se trata de un alimento con ácido, de tal forma que puede provocar reflujos. En este sentido, tanto el ácido málico como el ácido cítrico pueden provocar ardor en el estómago.
Otra de las cosas a tener en cuenta es la licopenodermia. Aunque esta sustancia puede ser beneficiosa para nuestro cuerpo, si tenemos un exceso de ella puede acabar comprometiendo nuestra pigmentación y por consiguiente obtener un tono naranja en nuestra piel.
Una ingesta moderada, la clave para descartar riesgos
Su contenido en solanina también puede resultar bastante negativo si se consume de forma reiterada, ya que esta sustancia es la responsable de muchos procesos inflamatorios, entre ellos los articulares.
Para finalizar, es importante tener presente que las personas que presenten algún tipo de alergia cutánea sean precavidas en su consumo. Esto se deba a que la histamina de los tomates puede provocar hinchazón en algunas zonas: boca, la lengua y la cara.
No cabe duda de que estamos ante un alimento que presenta una cantidad de beneficios en su consumo. Sin embargo, si no queremos enfrentarnos a algunas de las desventajas que hemos tratado, sería conveniente que su ingesta fuese proporcional y alternada con otros alimentos.