Con el paso del tiempo y los cambios en la cultura, la cual nos empuja a vivir cada vez más deprisa y con menos tiempo para lo importante, la obesidad se ha convertido en uno de los principales problemas de salud en los países más ricos.
Sin embargo, no toda la grasa es igual y, por lo tanto, tampoco son iguales todos los casos. Existen diferentes tipos de obesidad y cada uno tiene sus propias causas, efectos secundarios y tratamientos.
¿Qué es la obesidad? Definición
La obesidad es considerada como una condición médica (es decir, una enfermedad), que puede ser causada por una gran variedad de factores y en la que existe una acumulación excesiva de grasa en el tejido adiposo de la persona.
En los seres humanos, al igual que en resto de mamíferos, la grasa se almacena en el tejido adiposo y sirve como una reserva natural de energía. Aunque esta energía en forma de grasa es necesaria y saludable, cuando su cantidad aumenta de manera excesiva puede suponer un riesgo para la salud de la persona e incluso para su vida.
Tal es el riesgo que puede suponer la obesidad para el bienestar físico de la persona que, en los últimos años, se ha establecido como el quinto factor de riesgo de muerte a nivel mundial.
Además esta condición actúa como causa y agravante de un gran número de afecciones físicas como enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus tipo 2, algunos tipos de cáncer, la apnea obstructiva del sueño y la depresión.
Sin embargo, tal y como hemos indicado al inicio del artículo, no existe una única forma de obesidad sino que esta puede ser categorizada en varios tipos según diferentes criterios.
Los diferentes subgrupos de obesidad se clasifican según el Índice de Masa Corporal (IMC), la forma en la que se distribuye la grasa o las causas de esta. Según la OMS se considera que una persona tiene obesidad cuando su IMC supera el rango de 30 kg/m2. Sin embargo, el IMC no es una herramienta perfecta y debe ser complementada con otros métodos de evaluación.
Tipos de obesidad según el IMC
La principal clasificación de la obesidad es aquella que se divide según el índice de masa corporal (IMC). Este índice sirve como indicador orientativo a la hora de medir la grasa corporal del paciente. La fórmula creada para calcularlo es muy sencilla y se basa en la siguiente operación: IMC = peso(kg)/altura(M) al cuadrado.
Según la Organización Mundial de la Salud, los diferentes tipos de obesidad y sobrepeso según el IMC son:
- Normopeso (peso saludable): IMC entre 18,5 y 24,9 Kg/m2
- Sobrepeso: IMC entre 25 y 29
- Obesidad en grado 1: IMC entre 30 y 34
- Grado 2 (a partir de este punto se considera obesidad muy grave): IMC entre 35 y 39,9
- Grado 3: IMC entre 40 y 49.9
- Grado 4 (obesidad extrema con riesgo para la vida): IMC superior a 50.
Tipos según la distribución de la grasa
El segundo tipo de clasificación es aquella que tiene en cuenta la manera en la que la grasa se distribuye a lo largo y ancho de nuestro cuerpo.
Estas formas en las que se adhiere al tejido adiposo varían sobre todo debido a causas genéticas y debemos coger como referencias la medida de la cintura y la cadera.
1. Obesidad androide o central
También llamada obesidad abdominal, este tipo de obesidad es aquella en la que la grasa se acumula a la altura de cintura o un poco más arriba, principalmente. De la misma manera también se distingue por la acumulación de grasa en el cuello (formando la papada), en la cara y en el pecho.
La obesidad androide da como resultado una composición corporal en forma de manzana, puesto que la persona posee una mayor perímetro de cintura que de caderas. Además se estima que es el tipo de obesidad más grave y que más se relaciona con enfermedades cardiovasculares y con altos niveles de colesterol.
2. Finoide o periférica
A diferencia de la obesidad central, la obesidad periférica se distingue porque la grasa se acumula por debajo de la cintura, incidiendo en caderas, glúteos y muslos. Debido a que, en este caso, se posee un mayor diámetro de cadera que de cintura, se conoce como una composición corporal en forma de pera.
Igual que cambia la composición corporal, también cambian el tipo de enfermedades que se asocian a este tipo de obesidad. Entre ellas encontramos las varices o dilataciones venosas y las lesiones, dolores y otros tipos de problemas en las extremidades inferiores.
3. Natural u homogénea
Se trata del tipo de obesidad menos común y es aquella en la que la grasa se sobreacumula en el tejido adiposo en las mismas proporciones, es decir, sin que predomine la acumulación en unas zonas sobre otras.
Tipos según la causa
Finalmente, existe una tercera clasificación que distingue los distintos tipos de obesidad en función del factor que las provoca. En este caso, existen 8 posibles factores causantes de la obesidad
1. Obesidad genética
La obesidad de tipo genético suele ser la más común. En este caso la causa se relaciona con la herencia genética de la obesidad.
2. Cromosómica
La obesidad cromosómica se encuentra asociada generalmente a enfermedades de origen cromosómico como el síndrome de Down o el de Turner.
3. Dietética
Causada por una estilo de vida poco saludable en el que predominan la ingesta de alimentos altamente calóricos y la falta de ejercicio o sedentarismo.
4. Nerviosa
Asociada a una hipoactividad del sistema nervioso central, así como a algunos tipos de afecciones psicológicas que provocan una alteración de los mecanismos de saciedad.
5. Por medicamentos
Ciertas terapias farmacológicas como los antidepresivos o los corticoides pueden provocar, como efecto secundario, un aumento en la acumulación de la grasa.
6. Por afecciones endocrinas
Aunque no es muy común, enfermedades como el hipercorticismo o el hipotiroidismo pueden provocar obesidad en las personas que las sufren.
7. Por desajuste
Un tipo de obesidad provocado por un desarreglo en el mecanismo de saciedad que elimina esta sensación, por lo que la persona siente la necesidad de seguir comiendo.
8. Por defecto termogénico
Otra causa poco frecuente de la obesidad en la que el organismo quema las calorías a un ritmo deficiente.
¿Cómo prevenir la obesidad?
Como comentábamos, la obesidad se está convirtiendo poco a poco en un problema global de salud y es, en parte, causado por el ritmo de vida acelerado predominante en nuestra sociedad actual.
Sin embargo, existen tres puntos clave que, combinados, pueden resultar decisivos a la hora de prevenir la obesidad. Estos son:
1. Llevar una dieta sana, variada y equilibrada.
2. Realizar cinco ingestas diarias (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) en raciones reducidas y ricas en frutas y verduras.
3. Realizar ejercicio o practicar algún deporte de manera regular. La pauta más eficaz para mantener un estado de salud adecuado es ejercitarnos al menos tres veces por semana durante 45 minutos, adaptando la intensidad a nuestro estado y necesidades.