Durante mucho tiempo e incluso actualmente, la menstruación femenina y sus síntomas han sido objeto de una gran cantidad de connotaciones negativas (escepticismo, burlas, discriminaciones…).
El síndrome premenstrual es una afección seria que provoca efectos invalidantes en millones de mujeres en el mundo. Aunque con los tratamientos actuales los síntomas pueden llegar a disminuir de forma notable, aún se necesita más investigación para comprender por completo este síndrome, así como su etiología.
A continuación vamos a explicar qué es el síndrome premenstrual y en qué se diferencia del trastorno disfórico premenstrual. También hablaremos sobre qué síntomas lo caracterizan y qué tipo de tratamientos se llevan a cabo para remediarlos.
El síndrome premenstrual femenino se caracteriza por un conjunto de síntomas físicos y emocionales que acompañan a las menstruaciones. Su sintomatología se concentra en un lapso de no más de 14 días anteriores al inicio del periodo femenino y cesan completamente al final de éste o muy poco después.
Este tipo de síndrome suele afectar a la población femenina en edad fértil; en concreto, es más frecuente entre los 30 y los 40 años. Se estima que el síndrome premenstrual afecta hasta al 40% de mujeres en edad reproductiva y del 2 al 5% de las que lo sufren cumplen estrictamente todos los criterios para su diagnóstico. Asimismo se ha demostrado una tendencia familiar, pero no se ha acabado de confirmar la existencia de un patrón genético.
El síndrome premenstrual tiene un origen aparentemente congénito; aun así, su etiología o causas se desconocen. Se especula sobre la presencia de un desequilibrio hormonal de estrógenos y progesterona que provocaría una alteración en los neurotransmisores cerebrales. Actualmente la investigación se centra en las endorfinas y en la serotonina.
Aunque el síndrome premenstrual no tiene ningún efecto en el embarazo, las mujeres que lo sufren pueden llegar a presentar una respuesta mucho más fuerte a los cambios hormonales asociados con la gestación.
Del 5 al 10% de mujeres que padecen este tipo de síndrome experimentan síntomas tan severos que afectan totalmente su vida cotidiana. Esta forma tan grave de síndrome premenstrual es conocida como trastorno disfórico premenstrual (TDP).
El síndrome premenstrual difiere del trastorno disfórico premenstrual en que no se requiere un mínimo de 5 síntomas para su diagnóstico. Asimismo el síndrome premenstrual es más frecuente. Aunque ambos comparten la característica de que los síntomas aparecen durante la fase premenstrual del ciclo, es considerado menos invalidante que el trastorno disfórico premenstrual.
La presencia de síntomas físicos en la premenstruación, sin los síntomas afectivos o emocionales requeridos, probablemente lleve a que la persona cumpla los criterios del síndrome premenstrual y no los del trastorno disfórico premenstrual.
Finalmente, la clínica del TDP produce un malestar clínicamente significativo o un deterioro claramente observable en la funcionalidad de la persona en su ámbito social y laboral la semana previa a la menstruación.
El síndrome premenstrual se caracteriza una amplia gama de síntomas, tanto emocionales como físicos. El diagnóstico de este síndrome puede llegar a realizarse solo con la presencia de un único síntoma emocional y uno físico durante los 5 días anteriores al inicio de su menstruación durante 3 ciclos menstruales consecutivos.
Como se puede observar, para el diagnóstico no son tan importantes los síntomas concretos como el periodo en que aparecen -es decir, el periodo premenstrual es el criterio fundamental.
Se han descrito más de 150 signos o síntomas diferentes que forman parte del síndrome premenstrual. Hay que aclarar que la sintomatología que siempre está presente, pero se agrava antes de la menstruación o se presenta de forma irregular no cumple criterios para el síndrome premenstrual.
De entre los síntomas emocionales destacan fatiga, depresión, irritabilidad, ansiedad, confusión, aislamiento social, cambios de humor frecuentes y llanto. La sintomatología física, en cambio, incluye dolores de cabeza, hinchazón, acné, cambios en el apetito y antojos, sensibilidad en los senos e hinchazón de las extremidades.
El primer paso para tratar con éxito el síndrome premenstrual es que la persona reconozca todos los cambios que se producen en su cuerpo y en su estado de ánimo. Para ello resulta conveniente realizar un registro conductual de los síntomas, la gravedad de estos y las fechas en que ocurren dentro del ciclo menstrual.
Posteriormente es importante mostrar este tipo de registros al ginecólogo para poder crear conjuntamente un plan de tratamiento individualizado y exitoso.
Además este síndrome debe tratarse de forma integral incluyendo cambios en el estilo de vida (ejercicio aeróbico de 20-45 minutos 3 veces por semana, abandono del tabaco, reducción del estrés) y cambios en la dieta (proteínas y carbohidratos complejos suficientes, evitar el alcohol, la cafeína y los azúcares simples, hacer comidas frecuentes y poco copiosas, comer frutas y verduras frescas, restringir la sal y tomar calcio, magnesio y vitaminas B6 y E).
Con relación a los fármacos que se pueden llegar a recetar, destacan la buspirona o la fluoxetina para los cambios del estado de ánimo, alprazolam para la agitación y la ansiedad, anticonceptivos orales de tercera generación e hidroclorotiazida para la retención de líquidos.