El sedentarismo produce consecuencias negativas en el organismo; esta es una afirmación que todos conocemos pero que pocos intentan desglosar. No obstante, saber por qué tener un estilo de vida sedentario es negativo tanto para la mente como para el cuerpo y conocer las implicaciones orgánicas que esto tiene es fundamental para levantarse de la silla y moverse.
En ocasiones se piensa que la vida sedentaria solo tiene repercusiones en el peso y que controlando la dieta tales efectos se minimizan, pero nada más lejos de la realidad. A continuación vamos a mostraros qué alteraciones provoca el sedentarismo en el organismo y cuáles son las estructuras cerebrales que puede llegar a modificar este estilo de vida.
¿Qué es el sedentarismo?
Las conductas sedentarias son aquellas que implican muy poco gasto de energía; en este sentido, se asocia el mínimo gasto de energía a estar sentado o tumbado. Estas conductas no se equiparan necesariamente con la inactividad, ya que se puede llevar una vida muy sedentaria trabajando 8 horas al día (o más) en tareas principalmente intelectuales.
Así, estar sentado o recostado, sea cual sea la actividad que se está llevando a cabo, es indicador y causa de llevar un estilo de vida sedentario. Ver la televisión, trabajar en una oficina o dedicar muchas horas al estudio hacen que el organismo sufra.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en España 8 de cada 10 personas están sentadas más de ocho horas al día, lo que les lleva a tener un estilo de vida sedentario susceptible a todas las consecuencias negativas que esto conlleva.
Como todos sabemos, la práctica de ejercicio físico moderado ayuda a potenciar muchas de las funciones cognitivas y físicas del organismo; ocurre justo a la inversa con la inmovilidad. Por ello es necesario, en el caso de que no se puedan remediar las conductas sedentarias, practicar ejercicio físico al menos tres veces a la semana.
8 consecuencias negativas de la falta de ejercicio físico
El estilo de vida actual en el que tenemos acceso a todo a través de internet y en el que una gran cantidad de trabajos se han convertido en tareas de supervisión, delegando las tareas duras a máquinas, hace que muchas personas caigan en el sedentarismo, aunque sea de manera involuntaria.
La falta de actividad física conlleva muchas consecuencias negativas. A continuación describiremos las más relevantes.
1. Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo cardiovascular, superado por el tabaquismo o por la hipertensión. Esto es debido a que la inactividad física impide que la circulación sea adecuada y puede llegar a generar coágulos que provoquen patologías como el ictus.
2. Incrementa la probabilidad de morir de forma prematura
Existen estudios que han observado que la inactividad física y el estilo de vida sedentario contribuyen de manera significativa a aumentar el riesgo de muerte prematura. De este modo, la esperanza de vida queda reducida por la inmovilidad, opuestamente a lo que ocurre con la práctica de ejercicio físico.
3. La vida sedentaria favorece el sobrepeso
Como se ha comentado con anterioridad, una vida sedentaria es sinónimo de poco gasto de energía y esto hace que el metabolismo se ralentice. Además no se consiguen quemar todas las calorías que se ingieren a través de la dieta, por lo que se almacenan en forma de grasa.
4. Aumenta el riesgo de sufrir cáncer
Se han llevado a cabo estudios que parecen mostrar que un estilo de vida sedentario aumenta en un 10% el riesgo de sufrir cáncer de mama y de colon. Esto es debido a que la inactividad impide la producción de hormonas que protegen al organismo de la proliferación de células cancerígenas.
5. Aparecen dificultades para dormir
El hecho de no quemar calorías y no gastar la energía suficiente para que el organismo se sienta cansado hace que existan dificultades para conciliar y para mantener el sueño. Además, estar en la misma postura tanto de día como de noche hace que se produzcan dolores articulares y musculares que interfieren también con el sueño.
6. La vida sexual y su calidad se reducen
Expertos en el ámbito de la fecundación han observado que la actividad incide de manera directa en la calidad de los espermatozoides. La causa reside en que se segregan cantidades menores de hormonas como la testosterona en condiciones de inactividad que cuando se realiza ejercicio físico. Así, el volumen de la eyaculación es menor y la función eréctil se reduce.
7. Dificulta las relaciones interpersonales
Pasar gran parte del día inmóvil se traduce en permanecer en el mismo contexto gran cantidad de horas, y esto a su vez suele disminuir el número de personas con las que se tiene posibilidad de interactuar. Por lo tanto, las relaciones sociales cara a cara se reducen de manera sustancial, lo cual comporta consecuencias negativas a nivel psicológico.
8. Fomenta un bajo estado de ánimo
La práctica de ejercicio físico genera endorfinas, unas hormonas encargadas de proporcionar sensaciones de bienestar al organismo. Estas endorfinas no se generan en la misma proporción en estado de reposo, por lo que se pierde una fuente de placer natural. Además no sentirse útil o productivo hace que la autoestima baje y que, en consecuencia, el estado de ánimo tienda a ser depresivo.
El corazón y el cerebro se modifican por el sedentarismo
Tal y como observó Schulman (1999) en su investigación acerca de cómo afecta el sedentarismo al corazón, una vida sedentaria junto con el envejecimiento aumenta la rigidez de las paredes arteriales y afecta al llenado del ventrículo izquierdo; este hecho se relaciona con la aparición problemas cardiovasculares.
Respecto a las estructuras cerebrales, un conocido estudio con ratas llevado a cabo por Mischel, Llewellyn y Mueller (2014) en la Universidad de Wayne mostró que las ratas con un estilo de vida sedentario habían cambiado parte de su estructura cerebral.
Se observaron cambios en el sistema nervioso simpático debido a la aparición de ramificaciones neuronales en la médula ventrolateral rostral, zona que interviene en el mantenimiento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, entre otras funciones.