La leche es ese alimento casi vital e indispensable en cualquier mamífero. Ya desde nuestro nacimiento nos marca un antes y un después, pues es lo primero que recibimos cuando llegamos al mundo. No obstante, durante la etapa adulta también la seguimos consumiendo, aunque quizás de otras formas.
La leche, un alimento importante en el desarrollo humano
No solo los seres humanos necesitamos de ella al nacer: cualquier otro animal mamífero también la necesita para sobrevivir, y es que la leche es un alimento indispensable en nuestro desarrollo. A través de ella podemos obtener todo lo necesario para empezar nuestro proceso de crecimiento a todos los niveles.
Su composición es muy completa: la leche nos aporta un valor nutricional incalculable. Gracias a ella podemos obtener propiedades que nos ayudarán a favorecer nuestro desarrollo neuronal, óseo y muscular. Además, es especialmente importante en los recién nacidos, pues su contenido en inmunoglobulinas les proporciona defensas.
Por esta razón se considera un alimento saludable, ya que su composición y sus propiedades nos pueden aportar grandes beneficios. No obstante, una vez finalizada la etapa lactante es posible consumirla de muchas otras formas.
Así pues, podemos observar que la leche puede beberse de forma líquida o consumirla a través de otros derivados, como los lácteos. En este sentido, los quesos y los yogures son otros de los dos alimentos más consumidos a nivel mundial.
Pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando Louis Pasteur revolucionó una nueva práctica: la pasteurización. Gracias a su aportación, toda la población se pudo beneficiar de consumir este alimento de varias formas, y sobre todo, de forma segura.
El proceso de pasteurización, que básicamente consiste en tratar la leche con altas temperaturas, es fundamental para evitar la proliferación de microorganismos. Además, la pasteurización también ayuda a combatir la aparición de determinadas enfermedades que podrían poner en grave riesgo la salud.
La realidad sobre la leche que tomamos hoy en día
Pero como cualquier cosa en la vida, las personas también avanzan... y con ellas sus necesidades. Actualmente la ciencia y la tecnología van de la mano en lo que a avances se refiere, y en la industria alimentaria no iba a ser menos.
Si vamos a cualquier supermercado podremos comprobar de primera mano lo que la biología molecular es capaz de ofrecernos. Así pues, a día de hoy es posible obtener diferentes tipos de leche. Este avance se debe, principalmente, a los genes que presentan los animales.
Por ejemplo, existen determinadas proteínas que pueden estar (o no) presentes en la leche de vaca, como la A1 y la A2. Dependiendo de la composición de dicha leche, se pueden comercializar productos que lleguen a satisfacer las distintas necesidades de la población.
Una gran variedad de productos a nuestro alcance
Actualmente, predomina la leche con la variante A2 de la proteína betacaseína, esto se debe a que es un producto mucho más fácil de digerir y procesar, tanto para los intolerantes a la β-casomorfina-7 como para la sociedad, en general.
Además, es importante tener presente que cada vez son más las personas intolerantes a la lactosa, o que presentan molestias intestinales. Pues bien, gracias a estos avances la industria pone a disposición diferentes productos, desde leches 'light' hasta leches con sabor o sin lactosa.
En cualquier caso, queda demostrado que las actuales aplicaciones genómicas contribuyen a desarrollar nuevos tipos de leche, algo verdaderamente positivo si tenemos en cuenta las crecientes necesidades de la población. En este sentido, la leche seguirá formando parte de nuestra vida y avanzará junto a nosotros.