Según datos ofrecidos por la Sociedad Española de Neurología (SEN), cerca del 48% de la población adulta española presentaría algún trastorno del sueño. Estos datos también son alarmantes en lo que respecta a la población infantil y juvenil, pues se acercarían al 25%.
Es evidente que tener una buena calidad del sueño resulta fundamental para mantener una buena salud. Sin embargo... ¿Qué ocurre en los casos dónde aparece el insomnio? Pues bien, un estudio realizado en Suecia ha encontrado una asociación que, al parecer, no pinta nada bien.
La falta de sueño en la adolescencia es un factor de riesgo para la salud
Todos sabemos que un sueño insuficiente y un mal descanso repercute negativamente en nuestra salud. Esto, además, supondría un factor de riesgo aumentado si se diese durante la adolescencia, y así lo ha demostrado la ciencia.
Torbjörn Akerstedt, Tomas Olsson, Lars Alfredsson y Anna Karin Hedström han elaborado un estudio que no ha dejado lugar a dudas. Para llevarlo a cabo han contado con participantes que oscilaban entre los 16 y 70 años. Todos ellos fueron reclutados en hospitales y clínicas de neurología privada.
El estudio sueco, que ha sido realizado por el Instituto Karolinska, ha contado con la participación de más de 5.000 sujetos. Además, todos ellos fueron seleccionados por azar a través del registro nacional de población del país de origen.
Una vez se dio inicio a dicho estudio, los investigadores centraron toda su atención en los patrones de sueño que se desarrollaban en la población juvenil. De forma más concreta, se analizaron todos aquellos que procedían de sujetos de entre 15 y 19 años de edad.
Para llevar a cabo la recogida de datos, a los participantes se les realizó un cuestionario donde debían indicar sus patrones de sueño. De forma más exhaustiva, debían registrar la duración del sueño durante varios días: entre semana mientras estudiaban o trabajaban, durante el fin de semana, etc.
Por otra parte, y para separar estos datos, los investigadores delimitaron unas franjas. Es decir, aquellos que durmiesen 7 horas o menos por la noche tenían sueño corto; entre 7 y 9 horas sueño adecuado, y 10 horas o más, sueño prolongado.
Además de esto, también tuvieron en cuenta otras variables en el estudio, como el índice de masa corporal de la persona (IMC) y algunos hábitos nocivos, como el tabaquismo. Tras llevar a cabo el estudio, se obtuvieron unos resultados que dan para una larga reflexión.
Esta es la enfermedad que asocian con dormir mal
Así pues, todo parece indicar que la falta de horas de sueño (o sueño de mala calidad) durante la adolescencia, estaría vinculado a un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple en la edad adulta.
La explicación de esto la podemos encontrar en la mala regulación de la respuesta inmunitaria del propio cuerpo, la cual se activaría debido al estrés crónico por la falta de sueño. Por lo tanto, es posible entender que las funciones fisiológicas y las respuestas inmunitarias estarían muy relacionadas entre sí.
De cualquier forma, los horarios laborales también se han relacionado con un mayor riesgo de padecer esta enfermedad, aunque todavía no se ha evaluado la implicación en este caso de los patrones del sueño. Los resultados del estudio se pueden ver completos aquí.
El sueño de calidad, la mejor prevención
A pesar de los hallazgos encontrados en este estudio, los investigadores consideran que deberían interpretarse con mucha cautela. En este sentido, también podría darse un escenario en el que la causalidad fuese a la inversa.
El sueño insuficiente sigue siendo algo común y habitual entre la población adolescente. De hecho, este fenómeno es explicado por varios psicólogos como el resultado de un conjunto de cambios físicos, psicológicos y sociales propios de esta etapa.
Se ha demostrado que el uso de las redes sociales, por ejemplo, afecta negativamente a los patrones del sueño. La tecnología y el acceso a internet son dos de los factores que han contribuido al incremento de este tipo de casos en los últimos años.
De cualquier forma, los autores del estudio concluyen y resaltan la importancia de mantener un sueño de buena calidad. Si se mantiene, el funcionamiento inmunológico será adecuado, y por lo tanto, será la mejor arma de prevención.