El presentador Carlos Herrera ha confesado en su programa de radio "Herrera en COPE" que hay un plato que nunca ha probado y que incluso el solo hecho de pensarlo le provoca risa. ¿Quieres descubrir cuál es?
Todos conocemos al popular presentador radiofónico Carlos Herrera, quien comenzó su carrera en los medios de comunicación en los años 80 como locutor en Radio Popular de Cádiz.
A lo largo de los años, ha trabajado en varias emisoras, incluyendo Onda Cero, la Cadena SER y la COPE, donde actualmente presenta su programa matinal "Herrera en COPE". Sin embargo, recientemente Herrera ha sido noticia no por sus particulares opiniones o su programa radiofónico…
¿Cuál es el plato que nunca se ha atrevido a probar el popular presentador Carlos Herrera?
Se trata de la conocida "calçotada", una comida típica de Cataluña que consiste en comer cebollas tiernas asadas a la brasa y acompañadas de salsa romesco.
Herrera, que es originario de Andalucía, explicó que a pesar de haber vivido en Cataluña durante algunos años, nunca se ha animado a probar este plato debido a su fobia a las cebollas. Según el presentador, la idea de comer una cebolla tierna entera y con las manos le parece algo "absolutamente antinatural".
El presentador también bromeó sobre la posible reacción de su equipo si le propusiera probar una calçotada en directo en el programa. "Creo que se desmayarían si les dijera que he cambiado de opinión", dijo Herrera entre risas.
La confesión del presentador ha generado numerosas reacciones en las redes sociales, donde algunos usuarios han comentado su sorpresa por la aversión de Herrera a las cebollas. Otros, por su parte, han defendido la calçotada como una delicia culinaria que merece la pena probar.
¿Sabes en qué consiste?
La calçotada es una comida que tiene una gran tradición en Cataluña y que se celebra durante los meses de invierno y primavera. El plato consiste en asar cebollas tiernas en una hoguera y después envolverlas en papel de periódico para que se cuezan en su propio vapor.
Una vez cocidas, las cebollas se pelan y se comen con las manos, acompañadas de salsa romesco y pan con tomate. Es una celebración muy arraigada en la cultura catalana y suele ser una excusa para reunirse con amigos y familiares en torno a una buena mesa.
A pesar de que la idea de comer cebollas tiernas asadas puede resultar extraña para algunos, la calçotada es un plato que tiene muchos seguidores en Cataluña y que ha ganado popularidad en otras partes de España y del mundo.
En cualquier caso, la confesión de Carlos Herrera demuestra que cada uno tiene sus gustos y fobias culinarias, y que no todos los platos son del agrado de todo el mundo.
¿Cómo puedes preparar una calçotada en casa?
Lo primero que necesitas son los calçots. Si vives en Cataluña o en otra región donde se produzcan es fácil encontrarlos en el mercado en temporada (de noviembre a abril). En caso contrario, puedes intentar buscarlos en tiendas especializadas o en línea.
Eso sí, la cantidad dependerá del número de comensales, pero calcula unos 10-15 por persona. Antes de asarlos, debes limpiar los calçots.
Para ello, corta la parte superior de la hoja y la raíz, y retira las capas exteriores hasta que la cebolla quede limpia y sin restos de tierra. Es importante no pelarla completamente, ya que así se mantendrá más jugosa al cocinarla.
Una vez limpios, es hora de asarlos. La forma tradicional es hacerlo a la parrilla, pero también se pueden cocinar en el horno o en una plancha. Si los vas a hacer a la parrilla, enciende el fuego y espera a que las brasas estén bien calientes.
Coloca los calçots sobre la parrilla, directamente sobre las brasas, y ve dándoles vueltas con unas tenazas para que se asen por todos lados. Sabrás que están listos cuando la capa exterior esté completamente quemada y la cebolla haya ablandado por dentro. Tardarán unos 15-20 minutos. Una vez asados, los calçots se sirven en una bandeja, envueltos en papel de periódico para que se mantengan calientes.
¿Cómo comerlos?
Cada comensal debe coger un calçot por la parte inferior, sujetarlo con la mano y tirar hacia arriba para retirar la capa exterior quemada. A continuación, se sumerge en la salsa romesco y se come de un bocado, como si fuera una brocheta.