El pie es una estructura que forma parte de la anatomía de los humanos y de la gran mayoría de los animales invertebrados. Concretamente, es una porción terminal de las extremidades inferiores que soporta el peso corporal y permite el desplazamiento de un lugar a otro.
En el caso del pie humano, éste se compone de una amplia variedad de huesos y articulaciones, acompañados de músculos, tendones y ligamentos. A lo largo de este artículo descubriremos cuáles son las partes y los huesos del pie y qué funciones tienen.
Anatomía del pie humano: características y partes
En prácticamente todos los vertebrados, el pie es un órgano separado situado en la parte final de la pierna que se compone por uno o más segmentos o huesos y en los que, generalmente, se incluyen también las uñas, en el caso de los humanos, o las garras, si hablamos del resto de vertebrados.
Cuando hablamos del pie humano, encontramos una estructura mecánica que se caracteriza por presentar una fuerza considerablemente mayor que la mayoría de estructuras óseas y que está formada por 26 huesos y 33 articulaciones, todas ellas unidas y acompañadas por más de un centenar de músculos, tendones y ligamentos.
Asimismo, además de estar compuesto por distintos huesos y articulaciones, el pie se divide en tres partes desde un punto de vista anatómico: el retropié, la parte media y el antepié.
1. Retropié
El retropié es la parte posterior de la planta del pié y está compuesto principalmente por lo que conocemos como “talón” y “tobillo”. En términos de anatomía ósea, el hueso del tobillo es denominado astrágalo y el del talón calcáneo.
El astrágalo se une a la tibia y al peroné, los dos huesos largos de la sección inferior de la pierna, para formar el tobillo. Por su parte, el calcáneo (talón) es el hueso más grande del pié y está amortiguado por una capa de grasa.
2. Mediopié
La parte media del pié o mediopié está compuesta por cinco huesos irregulares: cuboides, navicular y los tres huesos cuneiformes, que forman el arco y cumplen una función de amortiguador.
Esta zona media de la planta del pie se encuentra conectada con el retropié y el antepié por los músculos y la fascia plantar.
3. Antepié
Finalmente, el término “antepié” hace referencia a la zona anterior, la cual incluye los cinco dedos del pie. Esta se compone de los huesos de los dedos o falanges y de los cinco huesos largos proximales que forman el metatarso.
Los huesos del pie
Tal y como se comenta en el punto anterior, el pie humano es uno de los órganos con más huesos y articulaciones. Estos huesos pueden agruparse en: tarso, metatarso, falanges y sesamoideos.
1. Tarso
El tarso hace referencia a una agrupación de siete huesos articulados, tanto en el pie izquierdo como en el pie derecho, situados entre el extremo inferior de la tibia y del peroné y el metatarso.
El tarso se articula gracias a los huesos del metatarso que, a su vez, se articulan con las falanges proximales de los dedos del pie. Los siete huesos que componen el tarso son el cuboides, los tres huesos cuneiformes, el navicular, el astrágalo (tobillo) y el calcáneo (talón).
- Astrágalo
El astrágalo o hueso del tobillo es una parte del tarso que forma la porción inferior de la articulación del tobillo. Este hueso se articula con el calcáneo o talón para transmitir todo el peso del cuerpo al pie.
El hueso del tobillo es el segundo hueso más grande del pie. Además, en los humanos los músculos no se adhieren a este hueso como ocurre con la mayoría y su posición depende de la de los huesos que lo rodean.
- Calcáneo
En los seres humanos, el calcáneo es la parte del tarso que forma el talón, siendo el hueso más grande de todo el pie.
Junto con los músculos que se insertan en él, el calcáneo posibilita la flexión plantar del pie, la flexión de la rodilla y la estabilización de la pierna y del tobillo cuando la persona está de pie.
- Cuneiformes
El pie humano alberga tres tipos distintos de huesos cuneiformes que se localizan entre el hueso navicular y el primer, segundo y tercer huesos metatarsianos. Los tres huesos cuneiformes son:
1. Cuneiforme medial o primer cuneiforme
2. Cuneiforme intermedio o segundo cuneiforme
3. Cuneiforme lateral, tercer cuneiforme o cuneiforme externo
- Cuboides
El hueso cuboide es el hueso más lateral del tarso y posee una forma relativamente cúbica que se caracteriza por tener un prominencia en la superficie inferior conocida como tuberosidad del cuboides.
Existe una condición física conocida como síndrome cuboideo en la que este hueso experimenta una luxación o separación de las dos partes de la articulación que causa hinchazón y dolor en la parte centro-lateral del pie.
- Navicular
El navicular es un pequeño hueso del pie que, en los humanos, se encuentra en el área medial de éste y se articula de manera proximal con el astrágalo, distal con los huesos cuneiformes y lateral con el cuboides.
2. Metatarso
Al igual que el tarso, el metatarso está formado por cinco huesos largos que se sitúan entre los huesos del tarso del pie medio y posterior y las falanges de los dedos del pie. A diferencia del grupo anterior, los huesos del metatarso no poseen nombre propio sino que están numerados como primer, segundo, tercer, cuarto y quinto metatarsiano.
3. Falanges
Las falanges son los huesos que forman los huesos tanto de los pies como de las manos. Consisten en una agrupación de 56 huesos (14 en cada mano y cada pie) y cada dedo está formado por tres falanges, a excepción del pulgar o dedo gordo que tan solo tiene dos.
Las falanges de los pies se diferencian de las de la mano en que son huesos considerablemente más cortos y comprimidos, especialmente las falanges proximales (es decir, las que están más cerca del resto del pie).
Los diferentes nombres asignados a las falanges se determinan según si estas se encuentran más cerca o más lejos del resto del pie y se distinguen en falanges proximales, intermedias o distales, respectivamente.
4. Hueso sesamoideo
Aunque no siempre es así, algunas personas tienen varios huesos sesamoideos que se sitúan cerca de las articulaciones metatarsofalángicas. El hueso sesamoideo es un diminuto hueso nodular que se encuentra incrustado dentro de un tendón o un músculo y que puede formarse en respuesta a la tensión.