El cerebro, junto con el corazón, es uno de los órganos vitales de nuestro organismo, el cual posibilita que el resto de las funciones corporales puedan llevarse a cabo con normalidad, incluyendo la capacidad de la persona para moverse, comunicarse y aprender.
Pero en algunos casos puede que este órgano se lesione o no se desarrolle con normalidad y, como consecuencia, aparecen condiciones como la parálisis cerebral. A lo largo de este artículo hablaremos acerca de qué es la parálisis cerebral, sus diferentes tipos y los síntomas, causas y tratamientos más adecuados para cada uno.
El diagnóstico de parálisis cerebral hace referencia a una agrupación de trastornos permanentes que afectan al movimiento y a la coordinación muscular, viéndose en muchas ocasiones también afectadas funciones sensoriales como la visión y la audición.
Esta afección suele aparecer en la primera infancia, en cuyo caso es conocida como parálisis cerebral infantil. Esta es la causa más común de discapacidad motora en la infancia, afectando a alrededor de 2-3 niños de cada 1000.
La principal causa de la parálisis cerebral es un desarrollo anormal del cerebro o una lesión cerebral que afecta a las regiones del encéfalo que controlan el movimiento corporal, la coordinación y la postura. Con mucha frecuencia los problemas ocurren a lo largo del embarazo, durante el desarrollo fetal.
No obstante, también pueden aparecer complicaciones de este tipo durante el parto o poco después del nacimiento. Por el momento se desconoce a ciencia cierta cuáles son los factores que provocan esta alteración.
En la mayoría de casos, los niños que nacen con parálisis cerebral no muestran ningún tipo de síntoma hasta meses o años después, siendo la época de los 3-4 años el momento en el que la sintomatología comienza a hacerse evidente.
Los síntomas de parálisis cerebral infantil pueden variar entre las diferentes personas que la padecen. Mientras que algunos pacientes manifiestan dificultades para caminar, moverse de un lado a otro o sentarse, otros presentan problemas para coger objetos o en la motricidad fina. Además estos síntomas pueden agravarse con el paso del tiempo.
Las personas con parálisis cerebral pueden desarrollar otros problemas como dificultades en la comunicación y en el aprendizaje, convulsiones y pérdida de la visión.
Síntomas y signos principales
Los síntomas de la parálisis cerebral varían según la región del cerebro afectada y la gravedad de la lesión y pueden ir desde alteraciones leves hasta otras muy severas. Los principales síntomas de la parálisis cerebral son:
Variaciones en el tono muscular (demasiado rígido o demasiado flexible)
Espasticidad o reflejos exagerados
Ataxia o falta de coordinación muscular
Temblores o movimientos involuntarios
Atetosis o movimientos lentos y retorcidos
Retraso a la hora de alcanzar los hitos del desarrollo en cuanto a habilidades motrices
Preferencia por el movimiento de una sola parte del cuerpo
Dificultades para caminar o alteraciones como andar sobre los dedos de los pies, en cuclillas o de forma asimétrica
Exceso de babeo y/o problemas para tragar
Retraso en el desarrollo del habla
Dificultad para realizar movimientos precisos
En ocasiones, estos síntomas pueden ir acompañados de problemas neurológicos debido a las alteraciones cerebrales propias de este trastorno. Algunos de los trastornos asociados de forma más común a la parálisis cerebral son los siguientes:
Alteraciones o problemas visuales y de oído
Incontinencia urinaria
Trastornos psiquiátricos
Percepción anormal de dolor
Convulsiones
Trastorno del desarrollo intelectual
Existen diferentes variedades de parálisis cerebral que se distinguen según la región del cerebro afectada y por la clase de síntomas predominantes. Los principales tipos de parálisis cerebral son el espástico, el hipotónico, el atáxico, el discinético y el mixto.
La espástica es la forma más común de parálisis cerebral, afectando aproximadamente a un 80% de los pacientes con este diagnóstico.
Los síntomas principales de la parálisis cerebral espástica incluyen rigidez muscular y reflejos exagerados. Muchas de estas personas manifiestan alteraciones al caminar; por ejemplo, es típico cruzar las rodillas. Los síntomas pueden afectar a todo el cuerpo o, por el contrario, solo a uno de los lados.
En el caso de la parálisis cerebral hipotónica el principal síntoma es una disminución del tono muscular, es decir, que los músculos se encuentran excesivamente relajados.
Los brazos y las piernas se mueven muy fácilmente y parecen flácidos, como si no tuvieran huesos en su interior. Esta condición es especialmente peligrosa en los bebés, ya que al tener poco o ningún control sobre la posición de la cabeza, pueden experimentar serios problemas para respirar.
La parálisis cerebral atáxica es la forma menos común y se caracteriza por la presencia de movimientos voluntarios que parecen desorganizados, espasmódicos o torpes.
Este tipo de parálisis conlleva también dificultades en el equilibrio y la coordinación, por lo que estas personas pueden tener problemas para caminar y realizar funciones motoras finas como escribir.
Los pacientes con parálisis cerebral discinética experimentan grandes dificultades para controlar los movimientos corporales.
Esta variedad del trastorno provoca la aparición de movimientos involuntarios en brazos, piernas y manos. En algunos casos también afectan a los movimientos de la cara y de la lengua.
En algunas personas la parálisis cerebral se presenta como una combinación de síntomas de los tipos anteriores; es la llamada parálisis cerebral mixta.
Causas y factores de riesgo
Tal y como se menciona en el primer punto, la parálisis cerebral es provocada por una lesión o una alteración en el desarrollo cerebral del niño.
Aunque en la muchos casos no se puede determinar la causa de estas alteraciones, existen una serie de factores que pueden limitar el desarrollo cerebral. Estos son:
Mutaciones genéticas que condicionan un desarrollo anormal del cerebro
Infecciones maternas durante el embarazo
Interrupción del suministro de sangre al cerebro durante el desarrollo fetal
Infecciones infantiles que causan inflamación cerebral
Lesiones traumáticas en la cabeza
Interrupción del suministro de oxígeno al cerebro
Además, existen una serie de factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de que un niño desarrolle parálisis cerebral. Los principales son los siguientes:
Rubeola materna
Varicela materna
Herpes materno
Toxoplasmosis
Sífilis
Virus Zika
Exposición materna a tóxicos
Meningitis infantil
Encefalitis infantil
Dificultades durante el parto
Bebés con infrapeso
Parto prematuro
Parto múltiple
A pesar de que todavía no se ha encontrado una cura para la parálisis cerebral y se trata por tanto de un trastorno permanente, tanto los niños como los adultos con esta alteración requieren cuidados a largo plazo que les garanticen una buena calidad de vida.
Lo más recomendable es que de se encargue de esta tarea un equipo multidisciplinar formado por profesionales como pediatras, neurólogos, fisioterapeutas, terapeutas del habla y psicólogos, entre muchos otros.
Generalmente el tratamiento de la parálisis cerebral suele consistir en una combinación de terapia farmacológica y otros tratamientos y procedimientos quirúrgicos, si fuera necesario.
Existen una serie de fármacos que pueden normalizar el tono muscular, mejorar las habilidades funcionales, disminuir el dolor o controlar las complicaciones que acompañan a los síntomas de parálisis cerebral.
La selección de los medicamentos dependerá del tipo de parálisis y de los síntomas específicos de cada paciente.
Por otra parte, se pueden llevar a cabo también toda una variedad de terapias que también pueden ayudar a la persona con parálisis cerebral a mejorar sus habilidades funcionales. Las más habituales son:
Fisioterapia o terapia física
Terapia ocupacional
Terapia del habla o del lenguaje
Tratamientos psicológicos (por ejemplo terapias recreativas o con animales)
Es posible que, a pesar de que se apliquen las medidas anteriores, en algunas ocasiones sea necesario recurrir de forma adicional a ciertos tipos de intervenciones quirúrgicas para corregir las anomalías óseas o para disminuir la rigidez muscular.
Referencias bibliográficas:
Agarwal, A. & Verma, I. (2012). Cerebral palsy in children: An overview. Journal of Clinical Orthopaedics and Trauma, 3(2): 77–8.
Rosenbaum, P., Paneth, N., Leviton, A., Goldstein, M., Bax, M., Damiano, D., Dan, B. & Jacobsson, B. (2007). A report: The definition and classification of cerebral palsy. Developmental Medicine & Child Neurology Supplement, 109: 8–14.