La ansiedad es un estado de ánimo desagradable pero muy frecuente en nuestros días. Afortunadamente contamos con muchas opciones para reducirla, independientemente de si se trata de la ansiedad derivada de los acelerados ritmos de vida o de aquella provocada por algún trastorno orgánico.
La investigación neurocientífica y la farmacología han ofrecido varias alternativas para reducir los niveles de ansiedad. En este artículo te explicamos qué es y para qué sirve el Lorazepam (u Orfidal), un fármaco eficaz para dormir mejor, para aliviar la tensión nerviosa y para relajar la musculatura, entre muchos otros usos.
El Lorazepam es una benzodiacepina, es decir, es una sustancia sedante psicotrópica de acción corta; esto significa que tiene efectos depresores sobre el sistema nervioso central a corto plazo. El Lorazepam ayuda a que un neurotransmisor inhibidor conocido como ácido gamma-amino-butírico (“GABA”, por las siglas en inglés) se una con su receptor.
El GABA es el principal responsable de regular los niveles de ansiedad. Este neurotransmisor actúa como un agente natural para calmar la tensión nerviosa, por lo que el Lorazepam produce efectos relajantes al aumentar la actividad del GABA.
La vía de administración de este fármaco es oral. El precio varía según el país. Una caja con aproximadamente 40 tabletas de 1 mg puede costar alrededor de 25 dólares americanos, unos 500 pesos mexicanos o 20 euros. Se vende como Orfidal, Ativan, Donix, Idalprem o Placinoral, entre otros nombres comerciales.
Aunque es común su venta y distribución por internet, esta es una forma muy insegura de consumirlo porque sus ingredientes pueden estar mezclados con sustancias de dudosa procedencia, además de que, por la potencia de sus efectos, el uso de Lorazepam debería estar vigilado por algún especialista.
El Lorazepam es un ansiolitico que tiene efectos anticonvulsionantes y provoca una actividad hipnótica, así como relajación muscular. Se puede encontrar en dos presentaciones con distinta dosis: comprimidos de 1 mg y de 2 mg.
El Orfidal debe prescribirse solo en trastornos intensos, cuando el malestar implica una limitación importante en la actividad y en el funcionamiento diario en relación a lo que es socialmente esperable -es decir, cuando los niveles de ansiedad y tensión nerviosa impiden que la persona lleve a cabo sus responsabilidades cotidianas de forma satisfactoria.
El tratamiento debe iniciar con la dosis más baja posible y la duración del tratamiento también debe ser corta: de 8 a 12 semanas aproximadamente en el caso de la ansiedad, y unas 4 semanas para tratar el insomnio. Es recomendable incluir evaluaciones regulares que permitan identificar mejoras y determinar la continuidad o la suspensión del tratamiento.
Generalmente el Lorazepam sólo se recomienda para tratar la ansiedad a corto plazo, ya que el consumo prolongado puede tener efectos secundarios importantes. Funciona bien cuando la tensión nerviosa es provocada por trastornos orgánicos y también cuando el malestar psicológico se debe a factores externos. Es decir, el Orfidal se utiliza tanto en enfermedades psicosomáticas como orgánicas, y ayuda a aliviar el insomnio y la hiperemotividad.
Los efectos secundarios leves, frecuentes y momentáneos del Orfidal incluyen somnolencia por una reducción de estado de alerta, vértigos, debilidad, visión borrosa o efectos paradójicos como la aparición de brotes de ansiedad. Estas reacciones suelen presentarse al inicio del tratamiento y lo más común es que desaparezcan o se reduzcan conforme las tomas avanzan.
Entre los efectos secundarios graves derivados del uso prolongado se encuentran la hipersensibilidad, la miastenia (enfermedad autoinmune que debilita la musculatura), la apnea de sueño (interrupción de la respiración durante el sueño) o la insuficiencia respiratoria severa.
En algunos casos el Lorazepam puede incluso provocar amnesia transitoria o alteraciones de memoria. Producir una actividad demasiado elevada de GABA puede modificar el ritmo cardiaco y el de la respiración.
Los efectos secundarios del Lorazepam podrían aumentar con la edad, por lo que no se recomienda para ancianos, o en todo caso sólo en dosis muy bajas. Tampoco es recomendable que lo tomen personas con enfermedades hepáticas o niños, sobre todo si son menores de 12 años. Por sus posibles efectos en la respiración, está contraindicado en personas con insuficiencia respiratoria.
Así mismo, el Orfidal está contraindicado si hay glaucoma cerrado, y también si hay depresión primaria o psicosis por posibles efectos psiquiátricos: el consumo de este fármaco sedante podría desencadenar o potenciar un trastorno depresivo. No debe tomarse en el embarazo ni durante la lactancia.
Se recomienda no ingerir bebidas alcohólicas mientras se toma Lorazepam ya que sus efectos pueden potenciarse. En algunas dosis, tanto el alcohol como las benzodiazepinas pueden funcionar como depresores del sistema nervioso central, reduciendo síntomas de ansiedad, pero al mezclarse pueden tener el efecto contrario.
Por los posibles efectos secundarios relacionados con somnolencia y una disminución del estado de alerta, se recomienda no conducir o utilizar maquinaria pesada mientras se está bajo tratamiento.
El mecanismo de acción y los efectos del Lorazepam son similares a los de otros fármacos del grupo de las benzodiazepinas, como el clonazepam, el diazepam, el orfidal, el lexatin, el tranxilium o el alprazolam, llamado comercialmente Trankimazin o Xanax.
Todos estos medicamentos funcionan como depresores del sistema nervioso central, es decir, ayudan a calmar la ansiedad y a reducir la tensión nerviosa, son buenos para dormir y también pueden funcionar para tratar convulsiones.
En ocasiones se confunde con otros medicamentos que también sirven para la ansiedad aunque no de forma específica, como la sertralina, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina que se utiliza en el tratamiento de la depresión.
El Lorazepam también es similar en algunos aspectos a ciertos fármacos que se utilizan para aliviar dolor, por lo que algunos deportistas de alto rendimiento lo consumen de manera controlada con este objetivo. Algunos complementos que también estimulan la actividad del GABA son el complejo B, la vitamina B3, el calcio, el magnesio, la vitamina B6 y la taurina.
Las benzodiacepinas, como el Orfidal, generan tolerancia y dependencia tanto física como psicológica, sobre todo cuando el tratamiento se ha prolongado por varias semanas. Además el uso continuado puede reducir la potencia de los efectos hipnóticos.
También es importante considerar que, si su consumo se suspende de manera abrupta, las benzodiazepinas pueden generar un síndrome de abstinencia caracterizado por temblores, calambres musculares y convulsiones.
Por la potencia de sus efectos, el Lorazepam es un fármaco con muchos beneficios pero que requiere un uso médico controlado. Lo más recomendable es asesorarse con un especialista antes de tomar cualquier dosis y, si es posible, utilizar otros métodos para aliviar la ansiedad, como las técnicas de relajación, el deporte o la meditación.
Como ya hemos visto, debido a los efectos placenteros del Orfidal, puede llegar a causar adicción y el abuso de este puede llevar a una sobredosis con graves efectos para la salud; sobre todo si se combina con otras sustancias.
Los principales signos y síntomas que alertan sobre una posible sobredosis de Orfidal incluyen:
Somnolencia
Desorientación
Aumento de la ansiedad o de la agitación
Movimientos oculares involuntarios o visión borrosa
Contracciones musculares
Disminución de los reflejos y deterioro del tiempo de reacción
Falta de respuesta
En el caso de que el Lorazepam se combine con otros medicamentos opioides como la codeína o la morfina, los efectos de la sobredosis pueden ser tan severos que lleguen a provocar la muerte.
Si una persona sufre una sobredosis de Orfidal deberá buscar atención médica u hospitalaria inmediata. Este tipo de sobredosis puede tratarse con otros fármacos específicos como el Flumazenil.
Este medicamento suele ser administrado por vía intravenosa y ayuda a revertir los efectos de una sobredosis con Lorazepam. No obstante, puede aumentar los riesgos de convulsiones por lo que su uso debe ser supervisado por un profesional médico.
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