Cuando un agente u organismo dañino afecta a alguna parte de nuestro cuerpo, el sistema inmune desencadena una respuesta biológica para tratar de eliminarlo. Uno de los procesos más visibles que nos demuestra que nuestro cuerpo está tratando de curarse a sí mismo es la inflamación.
Al contrario de lo que muchos piensan, la inflamación no está causada por el agente patógeno en sí sino por nuestro propio sistema inmune. A lo largo de este artículo describiremos qué es la respuesta de inflamación, sus síntomas, causas y posibles tratamientos.
¿Qué es la inflamación?
La inflamación forma parte de la compleja respuesta biológica de nuestro sistema inmune y los tejidos de nuestro cuerpo ante la aparición de estímulos dañinos, como patógenos, células dañadas o irritaciones.
Esta respuesta consiste en un sistema de protección que involucra tanto a células inmunes como a vasos sanguíneos y mediadores moleculares. La función de la inflamación es eliminar la causa inicial de la lesión celular, eliminar las células necróticas y los tejidos dañados por la agresión original y el proceso inflamatorio, e iniciar la reparación y curación de los tejidos.
En pocas palabras, cuando aparece una inflamación es porque nuestro organismo reconoce las células dañadas, detecta los posibles irritantes y patógenos y comienza el proceso de curación.
La respuesta de inflamación es genérica, por lo que es considerada un mecanismo de defensa innato de nuestro cuerpo -al contrario que la inmunidad adaptativa, la cual es específica para cada patógeno. Los cincos signos principales de la inflamación son los siguientes: calor, dolor, enrojecimiento, hinchazón y pérdida de la función.
Mientras que una inflamación demasiado leve puede provocar la destrucción del tejido a manos del organismo nocivo, una inflamación excesiva o crónica puede acarrear una serie de complicaciones y enfermedades como aterosclerosis, artritis o cáncer.
Tipos de inflamación
La respuesta de inflamación puede clasificarse en dos tipos: inflamación aguda y crónica. Veamos cuáles son las diferencias fundamentales entre estos procesos.
1. Inflamación aguda
En la inflamación aguda, la respuesta inicial del cuerpo a un estímulo dañino se logra mediante un aumento en el movimiento del plasma y los leucocitos, los cuales viajan a través de la sangre hacia los tejidos lesionados.
En este tipo de inflamación la respuesta se inicia de manera rápida y se vuelve severa en un corto espacio de tiempo. Asimismo, los signos y síntomas de la inflamación solo están presentes durante unos días, pudiendo permanecer como máximo unas pocas semanas.
Entre las enfermedades o condiciones que pueden desencadenar una respuesta de inflamación aguda se encuentran la inflamación de garganta por un resfriado o gripe, lesiones cutáneas o traumas físicos, la inflamación de rodilla, la bronquitis, la apendicitis aguda, la dermatitis o la amigdalitis.
2. Inflamación crónica
En el caso de la inflamación crónica, esta puede durar varios meses e incluso años y se da como consecuencia de un cambio progresivo del tipo de células presentes en el área inflamado.
La característica principal de la inflamación crónica es que en ella se da una destrucción y curación simultánea del tejido. Esta condición puede darse por diferentes motivos, entre los que se incluyen:
- No eliminar o acabar con aquello que provocaba la inflamación aguda.
- Una enfermedad o trastorno autoinmune que ataca al tejido sano.
- Exposición prolongada a un irritante específico, como algún producto químico.
Algunos ejemplos de enfermedades y condiciones que pueden incluir la inflamación crónica entre sus síntomas son la tuberculosis, la hepatitis activa, la artritis reumatoide, el asma o la úlcera péptida crónica, entre muchos otros.
Finalmente, aunque el tejido dañado no puede sanar sin una respuesta de inflamación, la inflamación crónica puede dar paso a enfermedades como la aterosclerosis o algunos tipos de cáncer.
Síntomas y signos principales
Los síntomas de la inflamación pueden variar según si la respuesta es aguda o crónica. Tal y como se menciona en el primer punto, los cinco signos y síntomas de la inflamación aguda son los siguientes:
1. Dolor
2. Enrojecimiento
3. Hinchazón
4. Calor
5. Inmovilidad (puede haber una cierta pérdida de la funcionalidad en el área de la inflamación)
Estos cinco signos de inflamación aguda solamente pueden aplicarse en las inflamaciones externas o de la piel. Si la inflamación ocurre en el interior del cuerpo, como en un órgano, puede que solamente sean notorios algunos de los síntomas -por ejemplo, el dolor en el caso de la inflamación de garganta.
En contraposición, los síntomas de la inflamación crónica aparecen de diferente manera. Estos pueden incluir fatiga, dolor de pecho o abdominal, fiebre, erupciones, dolor articular y úlceras bucales.
Causas de este proceso
Como ya sabemos, la inflamación es una respuesta causada por una serie de reacciones físicas desencadenadas por nuestro propio sistema inmune como consecuencia de una lesión física o de una infección. Hay tres procesos fisiológicos principales que ocurren antes y durante la inflamación aguda.
1. Aumento del flujo sanguíneo
En el inicio de la inflamación, las pequeñas ramas de las arterias se agrandan para suministrar sangre a la región dañada, aumentando así el flujo sanguíneo.
2. Infiltración de líquidos y proteínas
Los capilares facilitan la infiltración de líquidos y proteínas, lo que significa que estos pueden moverse libremente entre la sangre y las células.
3. Liberación de neutrófilos
Finalmente, nuestro organismo libera neutrófilos. Estos glóbulos blancos están rellenos de pequeños sacos que contienen enzimas y microorganismos digestivos. Los primeros síntomas de la inflamación no suelen aparecer hasta que estos tres pasos o fases se hayan dado por completo.
Tratamiento: ¿cómo bajar la inflamación?
Es necesario saber que la inflamación es parte del proceso de curación por lo que, aunque a veces es útil aliviarla, no siempre es necesario. En cualquier caso, las principales opciones de tratamiento para la inflamación incluyen la administración de medicamentos antiinflamatorios y corticosteroides.
Medicamentos antiinflamatorios
Si lo que queremos es aliviar el dolor provocado por la inflamación, podemos tomar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos. Estos contrarrestan la acción de una enzima que contribuye a la inflamación, lo que previene o reduce el dolor.
Aunque son medicamentos de venta libre, es recomendable tomar fármacos antiinflamatorios no esteroideos con base en las instrucciones concretas de un médico o farmacéutico, ya que estos también pueden acarrear algunos efectos secundarios o empeorar los síntomas de otras afecciones, como el asma.
Corticoesteroides
Los corticosteroides son una clase de hormonas esteroideas, como el cortisol, que previenen una serie de mecanismos implicados en la inflamación. En cuanto a medicamentos con corticosteroides existen dos tipos diferentes: los glucocorticoides y los mineralocorticoides.