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Un pasillo de supermercado con un carrito en primer plano y productos

Los españoles ya compramos el 40% de los productos básicos de marca blanca

En 2018 nos gastamos 82.000 millones de euros en alimentación, bebidas, higiene y limpieza, con un aumento del 2,6%

Pese a que ya hace tiempo que se da por acabada la crisis económica, parece que sus efectos aún se siguen viendo entre los consumidores sobre todo a la hora de escoger los productos que entraran en nuestra cesta de la compra. Y es que a la hora de comprar un producto de marca conocida o marca blanca, los segundos cada vez tienen mayor presencias en nuestras neveras o despensas. 

Según el informe 'Radiografía del gran consumo en España 2018', hecho por la consultora Nielsen, las marcas blancas ya suponen el 39,4% de la cuota del mercado español  en productos de alimentación, bebidas, higiene y limpieza. Parece pues que la apuesta que muchos supermercados han hecho por sus marcas propias continúa dando sus frutos. 

Seguimos apostando por comprar lo más barato posible

Durante el año 2018, los españoles compramos menos productos, pero pagamos más por ellos. Pese a que la demanda bajó un 0,7%, la subida de precios en este tipo de productos, de media un 3,4%, hizo que el sector de gran consumo creciera un 2,6%, teniendo unas ventas anuales de 82.000 millones de euros. 

Cada vez más, nuestro objetivo cuando vamos a realizar la compra es intentar ahorrar el máximo posible. Más de la mitad de los españoles adquirimos los productos más baratos  y 4 de 10 tenemos un presupuesto ajustado. 

El precio de los productos frescos disparado

Lo que nos ahorramos comprando muchos productos de marca blanca se ve perjudicado por los precios al alza de los productos frescos, que suponen un tercio de nuestra compra en alimentos. De media, aumentaron el año pasado un 4,8%. Destacada fue la subida en las frutas, un 9,3%, y en los huevos, un 7,6%.   

La carne y el pescado tampoco se libran, pues su precio creció un 3,1 y un 3,6% respectivamente. Esta subida, sin embargo, no ha afectado al pescado, cuyo consumo ha aumentado, sobre todo por la alternativa más barata que supone los congelados, menos frecuente en el caso de la carne