Las marcas tienen miles de estrategias para hacernos comprar sus productos. Generalmente, acostumbramos a fiarnos de lo que pone en el etiquetado, pero ni siquiera los fuertes controles pueden evitar que nos la cuelen de vez en cuando. Algunas empresas no son del todo transparentes y juegan con el desconocimiento o la buena fe del cliente.
Uno de los mejores ejemplos de falta de transparencia es la pasta. Se trata de un alimento muy popular, presente en casi cualquier despensa en nuestro país. La preferida por los consumidores es la pasta blanca, aunque recientemente ha ganado importancia otro tipo de pasta: la pasta integral.
La mentira de las marcas con la pasta integral
Es precisamente con este tipo de pasta, que cada vez tiene más presencia en nuestros supermercados, con la que encontramos un auténtico problema. La farmacéutica y experta en seguridad alimentaria Gemma del Caño ha alertado en sus redes sociales de que somos víctimas de un engaño por parte de algunas marcas.
El problema consiste en que, aunque señalan a su producto como pasta integral, lo cierto es que lo que nos venden las marcas no acaba de serlo. A la mayoría de pastas integrales se les añade sémola blanca de trigo, por lo que pierden el estatus completo de 100% integrales.
Es más, a pesar de incluir altos porcentajes de sémola y harinas refinadas en sus productos, las marcas lo etiquetan como "integral" de todas formas. No se trata únicamente de una cuestión formal, ya que la pasta integral, de la misma forma que otros productos similares, suele costar más dinero. En definitiva, las marcas venden pastas que no acaban de ser integrales al mismo precio que las integrales reales.
¿De qué está hecha la pasta integral real?
Para entender mejor la diferencia, debes saber que la pasta blanca es aquella que está elaborada con harinas refinadas. Seguramente, sea la que más veces has visto en los escaparates porque su consumo está muy normalizado y su precio es inferior a la integral.
La pasta integral es aquella que se elabora a partir del salvado y germen de los cereales. De hecho, cuando estos componentes se retiran, la pasta se convierte en pasta blanca. El problema es que la normativa para la pasta no es tan estricta como en el caso del pan.
Para este último, el Gobierno publicó un decreto que fija unas condiciones para ser considerado integral. Si una marca quiere que su pan sea reconocido como integral, tiene que demostrar que ha sido elaborado a partir de harinas 100% integrales. No puede existir ningún tipo de mezcla con otros componentes.
Por desgracia, la pasta todavía sigue en un limbo burocrático y las marcas saben aprovechar la situación. Si quieres comprar un producto 100% integral, tienes que fijarte tanto en la apariencia como en los detalles del etiquetado.
¿Es mejor la pasta blanca o la integral?
Ya que hablamos sobre la pasta integral, no podemos obviar que existe una pregunta que se hacen muchas personas: ¿Cuál es la que engorda más?
Lo común sería pensar que la integral engorda mucho menos, pero hay ciertos detalles a tener en cuenta. Los valores nutricionales han demostrado que ambas pastas contienen un número de calorías muy similar entre sí. Lo que sí que las diferencia es la cantidad de grasas saludables, mucho más presentes en las pastas integrales.
Muchos consumidores creen que los productos integrales son mejores para nuestra salud y tienen parte de razón. Su contenido en fibra es mucho mayor que el que aporta la pasta blanca, algo que beneficia al sistema digestivo y a la salud.
Además, destaca por tener un poder saciante mucho mayor, lo que hace que comamos menos. El hecho de que la integral mantenga el germen y salvado de los cereales provoca que su aporte nutritivo sea mayor que en el caso de la pasta blanca.
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Finalmente, vale la pena mencionar que la pasta integral también resulta beneficiosa por el tipo de carbohidratos que contiene. Mientras que la pasta blanca contiene carbohidratos simples, la integral los contiene complejos, un dato muy relevante. Estos últimos tardan mucho más tiempo que los otros en convertirse en glucosa y en ser absorbidos por nuestro organismo.
En definitiva, nutricionalmente la pasta integral tiene mayores beneficios que la pasta blanca. Ahora bien, la moderación es tanto o más importante que el tipo de pasta que escojamos. Esto se debe a que, consumida en exceso, la pasta integral también puede hacernos ganar de peso y empeorar nuestra salud.