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Un anciano intenta construir un puzzle

Enfermedad de Alzheimer: qué es, síntomas, causas y tratamiento

Descubre qué es la enfermedad de Alzheimer, qué la causa, qué síntomas tiene y qué tratamientos hay.

La enfermedad de Alzheimer es la demencia más común de todas las que existen, seguida por la de tipo vascular y por la combinación entre ambas. A pesar de que se ha investigado de forma muy profunda, las propias características de este trastorno degenerativo dificultan el manejo de sus síntomas y parecen impedir el desarrollo de curas efectivas.

En este artículo vamos a explicar qué es la enfermedad de Alzheimer, qué síntomas tiene, qué la causa y cómo se trata en la actualidad. Hablaremos también de su frecuencia y de otros aspectos relevantes en torno a este trastorno que afecta de forma progresiva a muchas de las funciones del cerebro.

¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?

Según el manual DSM-5, la enfermedad de Alzheimer (EA) es un tipo de trastorno neurocognitivo mayor de naturaleza neurodegenerativa primaria que con el tiempo acaba produciendo demencia en las personas que la padecen. Está considerada como la demencia más común en la actualidad, y es que aproximadamente un 25% de personas mayores de 90 años sufren este trastorno.

La enfermedad de Alzheimer está clasificada dentro de las demencias corticales debido a que afecta a la corteza cerebral. Algunos de los síntomas característicos de este tipo de demencias son las alteraciones de memoria y el síndrome afaso-apraxo-agnósico que comentaremos más adelante.

Del mismo modo que el resto de demencias, la enfermedad de Alzheimer tiene una etiología orgánica y difiere de los “fallos” producidos por el envejecimiento normal. En la EA se produce un inicio insidioso y gradual en el que se van deteriorando las funciones cognitivas poco a poco.

Las áreas cerebrales más afectadas por la enfermedad de Alzheimer son inicialmente los lóbulos temporales y los parietales. A medida que la enfermedad avanza el lóbulo frontal y el área hipocampal (asociada a la consolidación de recuerdos) también se ven afectados por la degeneración neuronal.

Hombre anciano tocándose la cabeza mientras una doctora le sujeta la mano
El Alzheimer es una de las 10 principales causas de defunción en el mundo | Getty Images

La supervivencia de las personas con EA suele ser de entre 6 y 12 años, existiendo múltiples variables que pueden acortar o alargar la esperanza de vida.

Prevalencia de este trastorno cerebral

Tal y como hemos comentado anteriormente, la demencia debida a la enfermedad de Alzheimer es la más común de todas. Autores tan importantes como Belloch valoran que aproximadamente el 35% de las demencias totales son causadas por la enfermedad de Alzheimer.

Además se valora que hasta un 5% de la población mayor de 65 años y aproximadamente un 25% de los mayores de 90 padece la enfermedad de Alzheimer. Se aprecia una leve diferencia entre sexos, siendo más común en mujeres mayores de 85 años.

El riesgo de sufrir este trastorno aumenta con la edad; esto nos hace pensar que este tipo de demencia es una forma “natural” que el cuerpo tiene de demostrar que no somos seres hechos para la vida eterna y que, a modo de “obsolescencia programada”, el organismo empieza a fallar a partir de cierto punto.

Síntomas y signos principales

Para que los profesionales de la salud puedan sospechar que un individuo padece enfermedad de Alzheimer es necesario que a nivel clínico cumplan una serie de síntomas de alerta. Estos síntomas comportamentales serán relevantes para realizar el diagnóstico de EA, o al menos para intuir que esta enfermedad neurodegenerativa está afectando a un individuo.

En la mayoría de ocasiones, las personas con posible enfermedad de Alzheimer que acuden a la consulta médica lo hacen junto con sus familiares aquejados de fallos en la memoria o en la capacidad de planificación que han ido interfiriendo en las tareas cotidianas y en el funcionamiento normal de la persona.

Los síntomas comportamentales más comunes de la enfermedad de Alzheimer son los siguientes:

  • Presencia de déficits cognoscitivos o fallos en las funciones superiores tales como un deterioro de la memoria, tanto anterógrada (consolidación de nuevos recuerdos) como retrógrada (olvido de recuerdos previos).

  • Fallos en la codificación semántica, lo que se traduce en alteraciones del lenguaje (afasia).

  • Dificultades en la realización de actividades motoras o movimientos que antes se llevaban a cabo sin problema como caminar, bajar o subir escaleras (apraxia).

  • Problemas para reconocer personas u objetos que antes sí identificaba (agnosia).

  • Grandes dificultades para llevar a cabo tareas de la vida cotidiana como hacer la compra, gestionar el dinero o cocinar (alteraciones de la ejecución).

La gravedad de este tipo de trastorno neurocognitivo se mide en función de la necesidad de asistencia de la persona con enfermedad de Alzheimer. De este modo, se considera leve cuando las dificultades se presentan en actividades instrumentales como realizar las tareas del hogar, moderado cuando no son capaces de vestirse o comer por sí solos, y grave cuando la persona afectada por la EA es totalmente dependiente.

Con el transcurso de la enfermedad, y debido a la afectación progresiva del lóbulo frontal, es común que las personas con EA se tornen más lábiles emocionalmente, más irascibles y más agresivas.

¿Cuáles son sus causas? Etiología del Alzheimer

Las causas de la enfermedad de Alzheimer aún son desconocidas pero existen diferentes teorías que apuntan a tres hipótesis de estudio principales. Se considera que la aparición de la enfermedad de Alzheimer tendría que ver con la interacción de estos mecanismos.

1. Déficit del neurotransmisor acetilcolina

Desde esta perspectiva se considera que la enfermedad de Alzheimer se debe a un déficit en la producción de acetilcolintransferasa por parte del organismo. Se trata de una sustancia necesaria para la síntesis de acetilcolina, un neurotransmisor que permite la transmisión de los impulsos nerviosos del cerebro y el sistema nervioso periférico.

2. Acumulación de proteínas beta-amiloide y tau

Esta hipótesis es la que más peso tiene en el diagnóstico post-mortem de la enfermedad de Alzheimer. Se ha visto que la mayoría de personas diagnosticadas con EA, en el momento de la autopsia, presentan ovillos neurofibrilares y placas amiloides que colapsan la comunicación neuronal y llevan a la muerte de las células del sistema nervioso central.

3. Hipótesis de los trastornos del metabolismo

Respecto a la hipótesis sobre fallos metabólicos, investigadores han encontrado que algunas patologías como la hiperglicemia o la resistencia a la insulina pueden desencadenar fallos relacionados con la plasticidad sináptica y la capacidad de hacer desaparecer el exceso de insulina o de beta-amiloide del cerebro.

Tratamiento de esta enfermedad neurodegenerativa

Como sucede con la mayor parte de demencias y trastornos neurodegenerativos, en la actualidad no hay ningún tratamiento eficaz disponible para curar la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, sí existen métodos para paliar los síntomas y posponer el deterioro de las funciones cognitivas y del funcionamiento cotidiano.

A nivel farmacológico se emplean con frecuencia medicamentos que inhiben la degradación de la acetilcolina; los más relevantes son el donepezilo, la galantamina y la rivastigmina. El otro fármaco habitual es la memantina, que bloquea la actividad de los receptores glutamatérgicos NMDA (N-metil-D-aspartato).

Otras intervenciones habituales e igualmente fundamentales incluyen la aplicación de técnicas de la psicología conductista para reducir la gravedad de síntomas como la deambulación o la incontinencia urinaria. También se llevan a cabo terapias muy variadas para retrasar en algún grado el deterioro cognitivo, sobre todo en grupo.

De hecho, por el momento ni siquiera se conocen métodos efectivos para prevenir la aparición de la enfermedad de Alzheimer en personas en riesgo de sufrirla. Si bien se ha propuesto que evitar trastornos asociados como la diabetes y la hipertensión, consumir dietas bajas en grasas saturadas o estimular el cerebro de forma regular podría ser útil para prevenir la EA, las investigaciones no confirman la eficacia de estas aproximaciones.