Aunque en un principio la palabra epidemia puede sonarnos a fenómenos de tiempos remotos, existen una gran cantidad de enfermedades altamente infecciosas causadas por virus que todavía suponen un peligro real de epidemia en la actualidad. Sobre todo en aquellas regiones del mundo más desfavorecidas o con menos recursos.
Una de las enfermedades que hasta hace muy poco tiempo conmocionaba y causaba terror en todo el mundo es la enfermedad del Ébola. A lo largo de este artículo hablaremos acerca de qué es el Ébola, cuáles son sus síntomas y causas y qué posibles tratamientos existen para combatirla.
El ébola, también conocido como enfermedad del virus del Ébola o fiebre hemorrágica del Ébola, es una enfermedad viral que puede afectar tanto a personas como a primates y que está causada por los ebolavirus.
Aunque esta enfermedad fue identificada por primera vez en el año 1976 en poblaciones africanas cercanas al río Ébola (de ahí su nombre), los brotes de la enfermedad del Ébola han ido apareciendo cada cierto tiempo en las regiones tropicales del África subsahariana.
La mayor epidemia de Ébola registrada en toda la historia de la enfermedad duró desde diciembre del año 2013 hasta enero del año 2016, situándose en África Occidental y acabando con la vida de 11.310 personas.
Aunque en marzo de ese mismo año se declaró que ya no era una emergencia, en el año 2017 apareció otro brote de la enfermedad en la República Democrática del Congo, el cual supuso una alerta mundial y cuyos casos llegaron hasta España.
El Ébola es considerada una enfermedad muy contagiosa y con un alto riesgo de muerte ya que no existe un tratamiento específico completamente efectivo contra esta enfermedad.
Según los registros de los que se dispone, esta enfermedad acaba con la vida de entre un 25% y un 90% de las personas afectadas.
Al igual que ocurre con otras enfermedades, el virus del ébola se transmite por el contacto directo con fluidos corporales de personas infectadas, así como por el contacto con artículos recientemente contaminados con fluidos corporales, como puede ser ropa o ropa de cama.
Tal y como se comenta en el punto anterior, tras un periodo de incubación de entre dos y tres días (que pueden alargarse a hasta 5 o 10), los síntomas de la enfermedad del Ébola comienzan de manera abrupta e incluyen los siguientes:
- Fiebre alta
- Fuertes dolores de cabeza
- Dolores articulares y musculares
- Síntomas de resfriado
- Sensación de cansancio y fatiga
Con el paso del tiempo el cuadro clínico se agrava y aparecen síntomas mucho más dañinos:
- Náuseas y vómitos
- Diarreas
- Heces manchadas de sangre
- Ojos rojos
- Sarpullido
- Dolor en el pecho y tos
- Dolor de garganta
- Dolor de estómago
- Pérdida de peso drástica
- Hemorragias y sangrado en los ojos
- Hemorragias internas
Si el paciente consigue superarlos, la recuperación comienza entre 7 y 14 días tras la aparición de los primeros síntomas. En el caso contrario, la persona contagiada suele fallecer entre los primeros 6 y 16 días después de los primeros síntomas. Habitualmente la aparición de hemorragias indica un empeoramiento muy grave y augura una muerte casi segura.
En aquellos casos en los que la persona logra sobrevivir, pueden quedar secuelas de síntomas como dolor muscular y articular constante, inflamación del hígado, problemas de audición y/o de visión y sensación de fatiga constante.
Estas personas desarrollan anticuerpos contra el Ébola que las protegerán al menos durante 10 años, pero esto no les asegura la inmunidad a infecciones adicionales.
Aunque no se ha logrado determinar con toda exactitud, se cree que los murciélagos de la fruta son los principales portadores del virus del Ébola en la naturaleza y que son capaces de transmitirlo sin ser afectados por él.
El virus del Ébola puede contagiarse tanto en animales como en personas. Sin embargo, la transmisión entre especies no ha podido ser demostrada todavía. Se hipotetiza que el virus también puede ser transmitido a los humanos a través de los fluidos corporales de un animal infectado.
En cuanto a la transmisión entre personas, una personas infectada no se vuelve contagiosa hasta que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. Es muy habitual que los familiares y los cuidadores de los enfermos se contagien mientras los cuidan o incluso durante la preparación del cuerpo para el entierro.
Asimismo, si el personal médico no utiliza o no tiene a su disposición equipo de protección adecuado, también tiene más probabilidades de contagiarse. Si tenemos en cuenta los escasos recursos existentes en los países con riesgo de Ébola, no es de extrañar que esta enfermedad acabe con la vida de tantas personas.
Por el momento no existe un ningún fármaco o tratamiento específico aprobado para el Ébola. En los casos de contagio, el tratamiento se basa principalmente en los cuidados y en el alivio sintomático de la enfermedad, así como en mantener al paciente constantemente hidratado para aumentar las posibilidades de supervivencia.
La rehidratación por vía oral o intravenosa puede acompañarse de fármacos que alivien el dolor, las náuseas y la fiebre. También pueden administrarse reguladores de la coagulación como la heparina o inyectar glóbulos rojos concentrados, plaquetarios o plasma fresco congelado.