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Varios tipos de fruta y verdura en un supermercado

¿Qué es la dieta macrobiótica? Comida recomendada y riesgos

La dieta macrobiótica es un estilo de alimentación basado en el budismo zen y bajo en grasas.

La dieta macrobiótica se ha vuelto muy popular en todo el mundo en las últimas décadas. En opinión de la comunidad científica, este estilo de alimentación con objetivos éticos basado en la filosofía zen plantea algunas ideas interesantes, pero en general resulta poco recomendable porque es bajo en nutrientes y es perjudicial si se usa para sustituir tratamientos médicos en casos de enfermedades crónicas como el cáncer.

¿Qué es la macrobiótica?

El inicio de lo que conocemos como “macrobiótica” se remonta al año 1961, cuando el japonés George Ohsawa (Nyoichi Sakurazawa) escribió el libro Macrobiótica Zen, en el cual desarrollaba sus ideas sobre los beneficios de una dieta basada en los principios del budismo zen.

De forma sintética,  la dieta macrobiótica se basa en alimentos vegetales no procesados, sobre todo los que han sido cultivados a nivel local y los de temporada, así como en la limitación de la cantidad de comida que se ingiere. Por lo general se trata de una dieta pescetariana, aunque también se puede adaptar al veganismo y al vegetarianismo.

La macrobiótica, al menos tal y como fue planteada por Ohsawa, no se limita a la alimentación sino que tiene un componente filosófico fundamental. El auge de los productos frescos, locales y de temporada que está teniendo lugar en los últimos años debe ser atribuido en parte a la popularización de la dieta macrobiótica y de sus ideas derivadas del budismo zen.

El objetivo de la alimentación macrobiótica es el equilibrio del yin y el yang a través de la dieta. En este sentido, Ohsawa diferenció entre los alimentos propios del yin, caracterizados por ser ligeros, fríos o de textura poco sólida, de los del yang, que son más densos, pesados, compactos y calientes. Los conceptos “yin” y “yang” funcionan por contraste, de manera que estas cualidades tienen que ver con la combinación de alimentos y no tanto con cada clase de comida en sí misma.

Alimentos y principios de la dieta macrobiótica

Desde un punto de vista nutricional, la dieta macrobiótica consiste en un estilo de alimentación bajo en grasas y rico en fibra y en hidratos de carbono complejos. Los expertos en nutrición consideran que se trata de una  dieta relativamente pobre en nutrientes en general, por lo que se tiende a desaconsejar su aplicación estricta, que se ha asociado a un aumento del riesgo de sufrir enfermedades como el escorbuto (Pimentel, 2003).

En realidad, y dado que se basa en principios generales, la dieta macrobiótica no prescribe ni prohíbe alimentos concretos sino que la selección de comida depende de que cumpla los criterios que hemos mencionado (como el hecho de que sean productos de proximidad) y del estado de salud de cada persona. Este último factor tiene que ver con el objetivo de la macrobiótica de adaptarse a los problemas de salud particulares del individuo.

En cualquier caso, sí existen varios tipos de alimentos recomendados según los principios de la macrobiótica:

  • Cereales integrales (especialmente arroz)
  • Legumbres (por ejemplo la soja y sus derivados)
  • Frutas
  • Verduras
  • Algas

La alimentación macrobiótica recomienda ciertas proporciones de cada uno de estos tipos de comida con el objetivo de mantener el equilibrio corporal. Así, según la macrobiótica los cereales integrales deberían constituir aproximadamente el 50% de la dieta, las verduras un 30% y las legumbres un 10% aproximadamente.

Ohsawa recomienda limitar a 2-3 veces a la semana el consumo de frutas, pescado, semillas, frutos secos, edulcorantes y bebidas como el té. Los alimentos procesados de manera natural también son aceptables de forma ocasional, si bien no los productos refinados industrialmente.

Por otro lado, a modo general la macrobiótica tiende a desaconsejar algunos alimentos (al menos en grandes cantidades) por ser “excesivamente yin”, como las espinacas, el aguacate, las patatas, los tomates y las berenjenas. Más allá de la opinión personal de Ohsawa, no existe ninguna prueba convincente para afirmar que estos alimentos sean malos para la salud y de hecho en general se recomienda su consumo fuera de la dieta macrobiótica.

Otro aspecto relacionado es que  la macrobiótica recomienda el uso de madera y vidrio para los utensilios de alimentación, así como la evitación de plástico, de metales o de electrodomésticos eléctricos.

Posibles beneficios y riesgos

Según George Ohsawa y sus seguidores, el objetivo de la alimentación macrobiótica es la prevención y el alivio de enfermedades crónicas, incluyendo el cáncer. A pesar de que existen diferentes investigaciones que parecen dar apoyo a esta dieta en casos de cáncer, el consenso en la comunidad científica es que carecen de solidez en su metodología y no pueden ser tomadas como válidas (Lerman, 2010).

Las instituciones principales en la lucha contra el cáncer niegan los beneficios de la dieta macrobiótica  y desaconsejan su adopción (p. e. Russell y Rovere, 2009): las terapias alternativas contra el cáncer no solo no suelen ser eficaces sino que además pueden bloquear a aplicación de otros tratamientos que podrían ser más efectivos.

Sin embargo, la alimentación macrobiótica sí podría tener algunos beneficios para la salud cardiovascular,  puesto que limita especialmente el consumo de ácidos grasos poco saludables, lo cual puede ayudar a reducir la tensión arterial y a prevenir la aterosclerosis, que consiste en la acumulación de ácidos grasos en las paredes de las arterias.

A modo de resumen, podemos afirmar que puede ser interesante aplicar los principios éticos de la dieta macrobiótica, pero que el bajo nivel de nutrientes de esta dieta hace desaconsejable su aplicación estricta, sobre todo en personas en riesgo de desnutrición, como los niños, las embarazadas o, de forma algo paradójica, los enfermos crónicos.