Desde los primeros meses de la pandemia, una de nuestras mayores preocupaciones ha sido encontrar la mejor manera de protegernos y evitar contagiarnos. Después de que durante mucho tiempo su uso no fuera obligatorio, las autoridades sanitarias llegaron a la conclusión que llevar mascarilla era clave para la expansión del coronavirus. Pero aunque se consiguió llegar a un consenso general sobre esta cuestión, sigue todavía debatiéndose que tipo de mascarilla se debe llevar en cada ocasión y sí realmente todas nos ofrecen una protección adecuada.
En las últimas semanas parece haberse impuesto la idea de que aunque las mascarillas higiénicas ofrecen una buena protección, es muy superior la que tenemos si utilizamos una mascarilla FFP2 o incluso FFP3. Y todo aunque el ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuestionaba este punto, pese a la opinión de los expertos.
Mientras se producía este debate, en los últimos días se han empezado a hacer conocidas otro tipo de mascarillas que están empezando a ser recomendadas por los propios sanitarios. Son las mascarillas elastoméricas.
Algunos expertos apuntan a que pueden ser una opción mejor que las FFP2, ya que ofrecen un nivel de protección similar, pero que al contrario de las otras, está 100% asegurado.
Y es que este tipo de mascarillas están fabricadas con un material flexible, una silicona parecida al caucho, que permite que se adapten mucho mejor a todo tipos de cara, también gracias a su forma, solucionando uno de los problemas que tienen las FFP2. Además cuentan con un filtro tipo N95, que es el utilizado en las FFP2, y que se puede ir renovando cada cierto tiempo.
Uno de sus grandes defensores es el catedrático en Química y Ciencias Medioambientales de la Universidad de Colorado, José Luis Jiménez. Este dejaba claro los problemas de las mascarillas: «Filtran muy bien, pero es difícil conseguir un buen ajuste, sobre todo en la nariz. Por esa razón, dudo cuando hay gente que las propone para todos. Si se llevan mal, por su forma, pueden crear más huecos que las de tela buenas, y al final funcionar peor».
Añadía que «tienen un problema de diseño. El material se escoge para filtrar bien. Pero se le pide a ese mismo material que ajuste bien. Y eso es difícil». Por eso cree que las elastoméricas se podían acabar imponiendo.
Son difíciles de encontrar y algo caras, pero merecen la pena
Quizá el gran problema que puedan tener las mascarillas elastoméricas es que son difíciles de conseguir en nuestro país. No se encuentran en farmacias ni en las tiendas habituales, pues hasta ahora estaban destinadas para usos concretos como en la construcción.
En este sentido, Jiménez recomienda las de la marca Envomask que se pueden obtener a través de su página web. Es cierto que son algo caras, ya que cuestan 79 dólares, unos 65 euros al cambio, pero a largo plazo pueden ser muy rentables.
Y es que como decíamos su uso se basa en un filtro que se puede ir cambiando cada cierto tiempo, por lo que mascarilla es totalmente lavable y reutilizable, sin que con el tiempo pierda su capacidad de filtración. Así que sus múltiples usos realmente hace que su precio no se note tanto en nuestro bolsillo.
Además tienen otra ventaja muy importante para un amplio sector de la población. Y es que el sellado que hacen alrededor de la zona de la nariz hace que no se empañen las gafas. Este factor también asegura que la protección que ofrece siempre sea la misma y como explicaba el experto español son «menos cansadas de llevar» por lo que asegura «a medio plazo creo que se impondrán».