La primoinfección por el VIH es una enfermedad sintomática transitoria que se acompaña de una elevada multiplicación del virus en plasma y tejido linfático.
Los síntomas aparecen en unos días (en general menos de dos semanas) o hasta diez semanas después del contagio y pueden detectarse en el 40%-90% de los pacientes, aunque con frecuencia estas manifestaciones pasan inadvertidas o pueden confundirse con otros procesos banales. Las manifestaciones clínicas son compatibles con un síndrome mononucleósico (fiebre, dolor de garganta, inflamación de los ganglios linfáticos) y duran de una a tres semanas.
Cuando el paciente está en una situación avanzada, pueden aparecer síntomas derivados de tener sida o de las complicaciones que aparecen por el descenso de las defensas. El sida por sí mismo puede producir adelgazamiento extremo, diarrea y demencia. En esta fase pueden aparecer cierto tipo de cánceres y las denominadas infecciones oportunistas.
Sarcoma de Kaposi
El sarcoma de Kaposi es una tumoración vascular y linfática descrita por primera vez en 1872. Hasta la epidemia de sida, este proceso neoplásico era raro; sin embargo, a partir de 1980 el sarcoma de Kaposi epidémico pasó a convertirse en la neoplasia más frecuente en los pacientes infectados por el VIH. Este tumor constituye el elemento diagnóstico en aproximadamente el 10% de los casos de sida. Se observa de forma casi exclusiva en los varones homosexuales.
Antes del tratamiento antirretroviral combinado, se decía que hasta un 30% de estos pacientes desarrollaba la tumoración a lo largo de su enfermedad. Los estudios epidemiológicos realizados hasta la actualidad han confirmado la estrecha relación entre la infección por el virus del herpes 8 y el riesgo de desarrollar un sarcoma de Kaposi.
En la mayoría de los pacientes, el sarcoma de Kaposi se presenta con lesiones cutáneas características en forma de manchas, placas o nódulos de distinto tamaño (desde unos milímetros a varios centímetros), en forma de huso, con tendencia a la confluencia.
Otros tumores
Los pacientes con sida pueden también sufrir otros tipos de cáncer, como: linfoma no Hodgkin (LNH), enfermedad de Hodgkin y neoplasia anogenital; asociadas a infección por el virus del papiloma humano.
Los linfomas de Burkitt, inmunoblástico o no Hodgkin y el linfoma cerebral primario, así como el carcinoma invasivo de cuello uterino aparecen con mayor frecuencia en los pacientes infectados por el VIH. El tratamiento de estos tumores es similar al de pacientes no infectados por el VIH y su pronóstico puede mejorar con el tratamiento antirretroviral.
Infecciones oportunistas
Cuando el sistema inmunitario está muy debilitado (generalmente cuando el recuento de linfocitos CD4 es inferior a 200 células/ml) pueden aparecer una serie de infecciones de mayor o menor gravedad. Estas infecciones no aparecen nunca en personas cuyas defensas son normales, con excepción de la tuberculosis pulmonar.
La aparición de estas infecciones puede requerir el ingreso hospitalario y su tratamiento se debe prolongar hasta que el sistema inmunitario se recupere, gracias al tratamiento antirretroviral. Actualmente, la frecuencia de aparición de estas infecciones oportunistas ha disminuido drásticamente y se ven casi exclusivamente en pacientes que no fueron diagnosticados previamente de infección por VIH y no habían recibido tratamiento antirretroviral.
La lista de infecciones oportunistas incluye: candidiasis esofágica, infecciones diseminadas por hongos como el coccidioides, histoplasma o criptococo, diarreas por criptosporidio o isospora, retinitis por citomegalovirus, infección por virus del herpes simple de larga evolución, infección generalizada por virus del herpes zoster, tuberculosis pulmonar o diseminada, infecciones por microbacterias distintas a la tuberculosa, neumonía por Pneumocystis y toxoplasmosis cerebral, entre otras.