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Una mano cogiendo billetes de euros de un cajero del banco

Los cambios que los bancos imponen a los clientes: perjudican a los mayores de 55 años

Las últimas medidas adoptadas por las entidades bancarias desplazan por completo a la población de más edad

Los bancos llevan ya un tiempo preparando su proceso de digitalización. Las reformas acometidas últimamente suponen toda una revolución en el sector. Pero con las decisiones adoptadas perjudican de manera importante a los mayores de 55 años.

Este grupo de población presenta unas mayores dificultades para acceder a las nuevas tecnologías. No disponen de los medios ni de la suficiente formación para adaptarse a estos cambios. En las últimas semanas algunos bancos tomaron una decisión un tanto controvertida y que denunció la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

En 4 de las 18 entidades con red de oficinas físicas han dejado de facilitar de manera definitiva las libretas de ahorro. Se tratan de Bankinter, Abanca, Caja Rural de Jaén y BBVA. De momento son estas las empresas financieras que decidieron suprimir las cartillas.

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Bancos que cobran por la emisión de la libreta de ahorro

Pero es más que probable que el resto también siga sus pasos en muy poco tiempo. De hecho, la mayoría ya está cobrando comisiones por su emisión. Es el caso de Kutxabank, que cobra 3 euros por este concepto.

Lo mismo sucede con el Sabadell. También solicita el pago de 10 euros por facilitar una libreta de ahorro a los que tengan menos de 65 años. La misma cantidad deben asumir los clientes del BBVA, pero se podrían librar de ella si domicilian una pensión de como mínimo 300 euros.

Oficina del BBVA en la calle con el logo renovado y la puerta junto al cajero
El BBVA es uno de los bancos que ya no emite libreta de ahorro | Europa Press

Las trabas para los mayores se multiplican

Con todo esto, los bancos están invitando de alguna forma a los mayores a digitalizarse. Pero tampoco lo ponen nada sencillo para operar en las oficinas físicas. Cualquier trámite que se haga puede suponer una comisión o una negativa por parte del empleado.

Desde la organización de consumidores lamentan las dificultades que ponen algunas entidades incluso para obtener efectivo en ventanilla. En algunas situaciones incluso se llega a cobrar por ello.

Ponen el ejemplo del BBVA, que solicita una comisión de 2 euros por retiradas inferiores a los 2.000 euros. En el Santander no consienten sacar dinero bajo esta modalidad cuando se traten de menos de 600 euros.

A ello habría que sumarle el cobro de comisiones por operaciones físicas vinculadas con el pago de recibos o transferencias desde oficina. Cualquier tipo de gestión que se vaya a realizar parece estar afectada por una comisión.

Desde hace años se vienen apreciando los planes de los bancos. Empezaron limitando los horarios de atención al público para una serie de trámites. Pero más adelante fueron suprimiendo espacios físicos, algo que resulta muy incómodo para los mayores, sobre todo en zonas rurales.

El cierre de algunos bancos les obliga a desplazarse a otros pueblos, algo que les trastoca mucho. Lo encuentran todo más difícil porque no tienen el hábito de sacar dinero de los cajeros y deben hacerlo en caja. Algo que no parece importar mucho a las entidades.

Una mujer introduciendo su tarjeta bancaria en un cajero automático con la pantalla en blanco
Los bancos excluyen con sus medidas a las personas de más edad | Getty Images

¿Por qué no dan el paso hacia la digitalización?

Los mayores se sienten totalmente abandonados por sus bancos. Tienen serios problemas para adaptarse a la era digital. Hay varios motivos que les impiden dar ese paso.

Además de la ausencia de conocimientos tecnológicos, tienen miedo a cometer errores o a ser víctima de un fraude. De ahí que la gente con más de 55 años apueste por acudir a las oficinas físicas para ser atendidos por un empleado.

Desde la OCU insisten en que todas estas trabas implican una muestra de exclusión social, sobre todo con los más vulnerables. Hacen un llamamiento al Gobierno para que tome medidas.

Entienden que el servicio bancario físico debe ser considerado un "servicio básico universal". Sin embargo, no se trata de algo que encaje en los planes de futuro de las entidades.