La aspirina es uno de los fármacos analgésicos y antipiréticos más utilizados. Si bien la mayoría de personas creen que es muy seguro consumir este fármaco en cualquier situación, lo cierto es que está contraindicado en ciertas enfermedades o condiciones físicas.
En este artículo explicaremos en qué casos es malo tomar aspirina (ácido acetilsalicílico) por el riesgo de sufrir reacciones adversas. Para ello es importante que nos detengamos en la propia naturaleza de este fármaco y en los efectos secundarios que produce de forma habitual.
El ácido acetilsalicílico, también llamado “AAS” y más comúnmente aspirina, es un medicamento que sirve para combatir síntomas de dolor y fiebre. Se trata de uno de los fármacos más utilizados en todo el mundo y, según la Organización Mundial de la Salud (2015), de uno de los más efectivos y seguros.
El ácido acetilsalicílico, a dosis bajas de 100 mg o 300 mg, presenta una actividad antiagregante plaquetaria. Al prevenir dicha agregación se reduce la posibilidad de que se produzcan coágulos sanguíneos (trombos). Así pues, este fármaco a dichas dosis se utiliza para reducir el riesgo de obstrucción de las arterias en pacientes que hayan padecido anteriormente un infarto de miocardio o una angina de pecho, un accidente cerebrovascular no hemorrágico o haya sido sometido a una intervención quirúrgica del tipo by-pass coronario o angioplastia coronaria.
Este medicamento resulta moderadamente agresivo para el estómago; sus efectos secundarios más frecuentes son úlceras gástrica o duodenal, sangrado intestinal, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Frecuentemente también puede afectar al aparato respiratorio (dificultad respiratoria, espasmo bronquial, rinitis y congestión nasal), puede causar urticaria, erupcopnes cutáneas y angioedema.
Aunque la aspirina es considerada un fármaco bastante seguro, lo cierto es que existen bastantes casos en que está contraindicada. Como detallaremos a continuación, esto se asocia a los efectos anticoagulantes de este fármaco, así como a la afectación de distintos sistemas del organismo.
Hay estudios que demuestran que existe una relación entre el uso de aspirina para tratar los síntomas de fiebre propios de la gripe y del resfriado en menores de edad y el desarrollo del síndrome de Reye, una enfermedad rara pero severa que provoca inflamación en el cerebro, el hígado y otros órganos (Macdonald, 2002). Algo similar puede suceder al emplear aspirina en casos de infecciones, como la de varicela.
Como es lógico, la aspirina no debe ser consumida por personas que tengan un historial de intolerancia a este medicamento. Quienes nunca han tomado previamente ácido acetilsalicílico deben prestar atención a las reacciones de su organismo a la ingesta del fármaco para detectar posibles problemas de este tipo.
Las personas intolerantes a la aspirina también tienden a reaccionar negativamente al consumo de otros fármacos de la misma clase: la de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). En consecuencia, si eres intolerante al ibuprofeno, al naproxeno o a otros AINEs debes evitar tomar aspirina.
Igual que otros AINEs, la aspirina resulta agresiva para el sistema digestivo: irrita la mucosa y aumenta el riesgo de sangrado, con lo cual su uso está contraindicado en casos de úlcera péptica y otras afecciones similares.
Estos efectos gastrointestinales se relacionan con algunas de las reacciones adversas más típicas al ácido acetilsalicílico, como las náuseas, los vómitos y la aparición de úlceras en el estómago y en el duodeno.
Así pues, personas que hayan sufrido o tengan úlceras gastroduodenales agudas, crónicas o recurrentes o personas con molestias gástricas de repetición no deben tomar acido acetilsalicílico.
Tomar aspirina puede agravar los síntomas de asma en personas predispuestas a sufrir dificultades respiratorias de este tipo, bien cuando toman AINEs o de modo más general. Tampoco se recomienda en casos de broncoespasmo, es decir, contracciones de los músculos de los bronquios que interfieren con los procesos respiratorios.
Este tipo de reacción adversa al consumo del fármaco tiene una frecuencia inferior a la de las alteraciones gastrointestinales, pero sigue siendo frecuente que aparezca También es importante tener en cuenta que, si la dosis es muy elevada, puede llegar a producirse una depresión respiratoria de intensidad significativa.
No debes consumir aspirina si tienes hemofilia o alguna otra alteración que afecte a la coagulación de la sangre; esto se debe a sus efectos antiagregantes plauetarios, que agravan aún más estos problemas. El riesgo de sangrado es especialmente elevado en relación al sistema gastrointestinal.
El ácido acetilsalicílico está contraindicado en pacientes con insuficiencia renal o enfermedad renal grave, ya que éste se excreta por la orina. Si los riñones no funcionan bien, el fármaco no se elimina y puede causar toxicidad.
El ácido acetilsalicílico está totalmente contraindicado en el tercer trimestre del embarazo ya que puede exponer al feto a toxicidad cardiopulmonar o disfunción renal y a la madre como al hijo a una posible prolongación del tiempo de sangrado y a la inhibición de las contracciones uterinas retrasando y prolongando el parto.
Durante el primer y segundo trimestre del embarazo no se aconseja tomar este medicamento a menos que el médico lo considere estrictamente necesario y a las dosis más bajas posibles.
Hay diferentes medicamentos que interaccionan con el ácido acetilsalicílico, por ello es importante informar al médico o al farmacéutico si está tomando, ha tomado recientemente o podría tener que tomar cualquier otro medicamento. Algunos de los medicamentos que interaccionan con la aspirina son:
Analgésicos y antinflamatorios no esteroideos (AINEs): como ibuprofeno o naproxeno
Corticoides: pueden potenciar el riesgo de sangrado digestivo
Diuréticos: puede ocasionar un fallo renal agudo
Antidepresivos: los inhibidores de la recaptación de serotonina pueden aumentar el riesgo de hemorragia
Anticoagulantes orales: aumentan el riesgo de hemorragia
Algunos antihipertensivos: pueden ocasionar un fallo renal agudo
Algunos hipoglucemiantes: para el control de azúcar en sangre
Metotrexato: utilizado para el tratamiento del cáncer y la artritis reumatoide. Su uso junto con AAS puede aumentar la toxicidad de metotrexato.
Etc.
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