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Amoxicilina: qué es, para qué sirve y efectos secundarios

La amoxicilina es un antibiótico que se usa para tratar infecciones como la otitis o la salmonella.

La amoxicilina es un antibiótico usado comúnmente para tratar infecciones de tipo bacteriano. Es uno de los tratamientos utilizados con mayor frecuencia y de los que más se abusa en la población desde hace años.

Un uso indiscriminado de los antibióticos puede provocar que estos pierdan eficacia o que el organismo desarrolle tolerancia. Es por eso que esta clase de medicamentos requieren un uso responsable para lograr los efectos deseados.

A continuación detallaremos las características principales de la amoxicilina, así como su modo de actuación, sus posibles usos, las precauciones que deben tomarse al consumirlo y los efectos secundarios que pueden surgir a consecuencia de su consumo.

¿Qué es la amoxicilina?

La amoxicilina es un antibiótico derivado de la penicilina que se usa para curar distintos tipos de infecciones. En la actualidad es uno de los medicamentos más conocidos y usados en todo el mundo.

Este antibiótico se comercializa en diferentes parte del mundo con distintos nombres comerciales dependiendo de la empresa que los fabrique: Amoxil, Clamoxil, Augmentine, Amoxidal y Normon son algunas de las marcas más frecuentes.

La acción de la amoxicilina se basa en detener el crecimiento de la bacteria una vez está en el organismo del paciente. Concretamente impide la correcta formación de su pared celular (llamada capa de peptidoglucano), impidiendo que la bacteria construya su pared celular y ocasionando en última instancia la muerte de la misma.

El fármaco se consume por vía oral sin importar si es en ayunas o no. Por lo general se recomienda administrar una dosis de amoxicilina cada 8 o 12 horas pero la frecuencia de las tomas puede variar en función de las indicaciones específicas que dé el médico en cada caso.

¿Para qué sirve?

Este conocido antibiótico  se usa principalmente para tratar infecciones de oído  (otitis), sinusitis, faringitis, amigdalitis infecciones respiratorias, infecciones de la piel,, infección de orina, y determinados tipos de úlcera, entre otras.

La amoxicilina  es uno de los antibióticos más frecuentemente recetados en niños  aunque el uso indiscriminado de los mismos, igual que en el caso de los adultos, también puede causar efectos nocivos en el paciente.

Combinada con otros principios activos, como el ácido clavulánico, puede ser usada para tratar úlceras estomacales o intestinales causadas por la bacteria Helicobacter pylori, así como para impedir que se vuelva a desarrollar.

¿Cuáles son los efectos secundarios?

Si bien es cierto que la amoxicilina en formato oral no suele causar somnolencia, puede causar otros efectos secundarios que puede clasificarse en comunes y leves o en raros y graves.

Efectos secundarios comunes

Los efectos adversos más habituales de la amoxicilina suelen incluir:

  • Náuseas

  • Vómitos

  • Diarrea

  • Erupciones cutáneas

Estos efectos suelen ser leves y tienden a desaparecer a lo largo de unos pocos días. No obstante, si se agravan o no desaparecen, recomendamos consultar con su médico o farmacéutico de cabecera.

Los efectos adversos digestivos pueden evitarse o reducirse si se toman probióticos a la vez que se está tomando el antibiótico (siempre separados 2h entre probiótico y antibiótico). Con ello conseguimos repoblar la flora intestinal que el antibiótico ha dañado y evitamos estos efectos no deseados.

Efectos secundarios graves

Si aparecen cualquiera de los siguientes síntomas adversos, deberá ponerse en contacto con su médico o acudir a un centro de salud de manera urgente. Los efectos secundarios de gravedad incluyen:

  • Erupciones dolorosas de color rojo o púrpura

  • Ampollas que se abren causando heridas cutáneas

  • Daño hepático que incluye un aumento de las enzimas hepáticas en sangre, dolor en el abdomen y coloración amarillenta de la piel.

Es necesario especificar que todos los fármacos, incluyendo la amoxicilina, pueden provocar diferentes efectos secundarios en cada persona; por lo que pueden aparecer también otros efectos adversos no contemplados en este listado.

Por este motivo, recomendamos acudir a la consulta del médico ante cualquier duda o aparición de síntomas diferentes a los mencionados.

Dosis y precio

Existen diferentes presentaciones de amoxicilina. Las dosis más habituales son de 500 mg, 750 mg y 1g, en presentaciones de cápsulas, comprimidos y sobres. También existen las presentaciones de suspensión oral, con dosis de 125 mg/5mL o de 250 mg/5mL. La posología depende del patógeno a tratar, la gravedad y el lugar de la infección y la edad, el peso y la función renal del paciente. Suele administrarse cada 8 o 12 horas, aunque puede variar según cada caso.

Los precios varían en cada presentación, pero están alrededor de los 3 y 6 €. Si la amoxicilina va asociada a ácido clavulánico (Augmentine) puede llegar a los 10€.

Recomendaciones y precauciones

A continuación describiremos una serie de recomendaciones que es conveniente seguir con el objetivo de evitar efectos secundarios y reacciones adversas  derivadas del consumo inadecuado de amoxicilina.

1. Cumplir las pautas del médico

Es importante tomar el tratamiento tal y como lo ha prescrito el profesional de la salud -esto es, administrarse las dosis adecuadas en el tiempo acordado y detener el tratamiento solo cuando hayan pasado el plazo indicado.

Así mismo, la dosis recetada responderá a las características médicas del paciente y a su respuesta al medicamento. Se recomienda tomar la dosis a la misma hora y mantenerse bien hidratado.

Es importante no dejar de tomar la medicación hasta que haya pasado el tiempo recomendado por el médico puesto que, si se detiene el tratamiento, en cuanto remiten los síntomas pueden quedar bacterias en el organismo y reproducirse de nuevo y de esta manera se generan las resistencias.

2. No guardar ni reutilizar el medicamento

Puede que al terminar el tratamiento no se haya consumido todo el medicamento de la caja. En esos casos es mejor deshacerse del mismo ya que no lo vamos a necesitar hasta que otro médico nos recete nuevamente este u otro tratamiento.

Es altamente desaconsejable automedicarse con cualquier producto, pero en el caso de los antibióticos es aún más peligroso, desechar el producto una vez lo utilizamos ayuda a que nadie más tenga acceso a él, ni adultos ni tampoco niños.

3. Informar al médico sobre historial y alergias

El terapeuta debe contar con toda la información antes de iniciar el tratamiento con antibióticos. Es aconsejable informar del historial médico del paciente, en especial de posibles problemas de riñón o infecciones víricas.

También es de vital importancia comunicar si se tiene algún tipo de alergia, prestando atención a la presencia o no de alergia a la penicilina.

4. Embarazo y lactancia

Pese a que el tratamiento con amoxicilina en el embarazo no supone normalmente ningún tipo de riesgo importante, es recomendable consultarlo previamente con el médico.

De igual forma, antes de consumirla durante la lactancia es necesario preguntar la idoneidad de hacerlo al terapeuta puesto que la amoxicilina se transmite a través de la leche materna.

5. Alcohol

No es recomendable consumir alcohol cuando se están tomando antibióticos: en la mayoría de casos el resultado suele ser un empeoramiento tanto de los efectos secundarios del antibiótico como de los de la ingesta de alcohol.

Interacciones con otros fármacos

Tal y como ya hemos mencionado, la amoxicilina puede interactuar con otros medicamentos, vitaminas o suplementos herbales que la persona esté tomando. Para evitar esto, debemos informar a nuestro médico acerca de todos los tratamientos, médicos o no, que estemos llevando a cabo.

Tomar este medicamento junto a otros compuestos o principios activos, puede aumentar el riesgo de aparición de algunos efectos secundarios. Esto es debido a que la cantidad de antibiótico en nuestro organismo puede aumentar considerablemente.

Entre los fármacos que puede interactuar con la amoxicilina se incluyen el Probenecid (o Probalan) y el Alopurinol, ambos fármacos que aumentan la excreción de ácido úrico en la orina. También puede interaccionar con algunos anticoagulantes orales (Sintrom o warfarina) y con el metotrexato.